La novena de abono tuvo un tono triunfalista, con Manzanares como principal beneficiario de la benevolencia del público y del palco, que le valió para cortar dos orejas a cada uno de sus enemigos. Por su parte, Enrique Ponce, en su segunda tarde del abono, se conformó con una vuelta al ruedo y Álvaro Lorenzo paseó una oreja de un encierro probre de presencia y de poco juego.