Con una cierta similitud a Moisés, un joven madrileño llamado Isidro, con un fuerte golpe de su arada, consiguió que saliera tal chorro de agua del campo que pudo abastecer a toda la ciudad de Madrid en un duro año de sequía.Beatificado en 1619 y canonizado tres años después por el Papa Gregorio, San Isidro Labrador se convertía así en el patrón de los campesinos