El que fuera director general del club pudo demostrar que el contrato blindado con el Albacete Balompié era práctica habitual y que las firmas de Francisco Plaza y Aurelio Milla son auténticas, por lo que no hubo estafa ni falsificación por parte de Matías Martínez. «Fue una falsa acusación con la única intención de paralizar el juicio por lo Social y he pasado un infierno por sus mentiras».