Buenos precios, incluso a importes de saldo, y a solo un mes de las fiestas navideñas. Eso es el Black Friday, una moda consumista importada de Estados Unidos que consiste en una bajada de precios durante el último fin de semana de noviembre, justo cuando arranca la campaña de compras navideñas. Es en este tiempo cuando muchos clientes piensan que el Viernes negro es uno de los mejores momentos para llevar a cabo las próximas adquisiciones, ya sea para el cercano invierno o para las celebraciones de diciembre. 

Esta campaña de rebajas se ha convertido por derecho propio en una época de compras con descuentos que pueden alcanzar hasta el 80 por ciento y que, en consecuencia, ha calado ampliamente en la ciudadanía. Tal es así que el incremento de transacciones del año pasado respecto al anterior fue del 32 por ciento y el gasto medio por español superó los 80 euros, según un informe de American Express. Este año, el Viernes negro vuelve a concentrarse a finales noviembre, justo después del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, que tiene lugar el cuarto jueves de este mes. Así, desde el próximo viernes, día 23, y hasta el conocido como Ciber Monday o Ciberlunes se extiende la fiebre consumista de una tradición en la que se adquiere, sobre todo, moda, accesorios y electrónica.

La fiebre del Black Friday ha dado un salto cuantitativo y ha pasado del comercio electrónico, basado principalmente en las tiendas online, a los establecimientos físicos y a las grandes cadenas de distribución, que han visto en estas rebajas adelantadas una oportunidad única para hacer caja en pocas horas. No en vano, diferentes estudios cifran en un incremento cercano al 450 por ciento el aumento de las ventas ese día concreto con respecto a cualquier otra jornada comercial de octubre, por ejemplo.