La más generalista de todas las ingenierías, la Ingeniería Industrial, que igual capacita para dar solución a problemas tecnológicos, que económicos o de gestión, se estudia en Albacete desde hace casi medio siglo, 40 años para más señas.
Poco queda de aquellas aulas improvisadas en el edificio de Sindicatos que tenían por asientos butacas de cine o de los laboratorios que les prestó el instituto Don Bosco donde con fuentes de alimentación casi artesanales aquellos aspirantes a ingenieros hicieron sus primeras prácticas.
Hoy, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Albacete tiene modernos laboratorios donde lo mismo se puede experimentar con un transformador de alta tensión real que hacer simulaciones informáticas para optimizar el rendimiento de los motores; es la titulación que más estudiantes envía a completar sus estudios con el programa Erasmus y ofrece una formación que prestigia a quienes aquí se gradúan.
«Somos el mayor centro de ingeniería de Castilla-La Mancha», presume el catedrático Valentín Miguel Eguía, su director, mientras exhibe con cierto orgullo sus laboratorios, donde hay impresoras 3-D, máquinas de mecanizar similares a las que usa hoy cualquier fábrica, motores de automoción, paneles fotovoltaicos, calderas y hasta un circuito que fabrica chucherías. «Aquí no enseñamos formación profesional, pero los ingenieros tienen que comprobar que eso que simulan en el ordenador, lo que proyectan, luego funciona y para eso son estos laboratorios», explica.
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