Los colectivos participan en las Lagunas de Ruidera

A.G
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El proceso de participación pública para renovar el Plan de Gestión superó las expectativas iniciales y evidenció que sectores con intereses divergentes comparten preocupaciones sobre el Parque Natural

Los colectivos participan en las Lagunas de Ruidera - Foto: Rebeca Serna

La Fundación Savia concluyó recientemente el proceso de participación pública para la modificación del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Esta entidad fue la que recibió el encargo de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de recoger cuántas aportaciones ciudadanas fuesen posibles, antes de elaborar los cambios necesarios en una normativa que necesita de revisión ya que el plan actual data de 1995.

En esa recopilación de datos se han empleado durante buena parte del año y, con sus resultados, entregaron un amplio informe a la Junta Rectora del parque, la Consejería y el resto de administraciones con competencias en la zona. Tal y como explica el secretario de la Fundación Savia, Antonio Aguilera, corresponde ahora «a los equipos técnicos y jurídicos» de la Junta elaborar un borrador del Plan y estudiar «qué aportaciones ciudadanas pueden incluirse». «No podrán estar todas, porque algunas van en sentido contrario a otras y, además, todas han de ajustarse al marco legal», añade.

Los responsables de la fundación concluyen su labor «más que satisfechos» por la buena respuesta que han obtenido,«una participación altísima, por encima de las expectativas». Más de 100 entrevistas personales, una docena de reuniones sectoriales o decenas de aportaciones recibidas por correo electrónico son algunos datos muy generales del proceso que, según Aguilera, «tenía como objetivo colocar en el centro del debate a quienes viven allí o hacen uso del espacio natural y establecer un plan para saber cómo queremos que sean las Lagunas de Ruidera en 15 o 20 años».

En este periodo de intercambio de opiniones, era comprensible que colectivos dispares como administraciones, propietarios, agricultores o conservacionistas tuvieran opiniones diferentes, en parte porque la preservación y la actividad económica del parque chocan en ocasiones.

Sin embargo, tras la lectura del informe, llama la atención el hecho de que muchos de esos sectores comparten preocupaciones sobre el Parque Natural. Entre ellas, el impacto negativo de la actividad turística en la temporada alta y la falta de civismo de algunos visitantes. En ese sentido, Aguilera explica que «la gente coincide en señalar que hay determinados fines de semana de verano en los que el parque no puede asumir tal cantidad de visitantes, mientras que en invierno queda algo olvidado, aunque puede ofrecer muchas actividades». Por ello, se aboga por buscar modos de mitigar la excesiva estacionalidad del turismo y «concienciar» a los usuarios.

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