Hablar de Albacete y Deportivo de La Coruña es recortar el mejor pasado del conjunto manchego, de la etapa del Queso Mecánico que encandiló al fútbol español con un juego desenfadado, vertical y efectivo que colocó al Alba en Primera de la mano de Benito Floro.
Juntos llegaron de la mano en 1991 a la máxima categoría, en aquella última jornada donde tanto había en juego y en la que curiosamente se quemó una grada de Riazor que hizo que su partido fuera más retrasado y supieran lo que había hecho antes el Alba. El Deportivo se la jugaba con el Murcia y, toda vez que los manchegos habían ganado y eran de Primera, los gallegos hicieron lo mismo y dejaron a los murcianos en la promoción, después de haber ido líderes desde la cuarta jornada.
Luego llegaron los enfrentamientos en Primera de ambos conjuntos. El Alba no pudo consolidarse y regresó a los cinco años a Segunda, mientras que el Deportivo, de la mano del presidente Lendoiro y sus fichajes brasileños, se convirtió en el Súper Depor.

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