El suicidio ya no quiere ser tabú

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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En Castilla-La Mancha, una persona se quita la vida cada tres días. Los expertos advierten de que hablar sobre estas muertes ayuda a prevenirlas y así paliar el «brutal impacto» que tiene esta realidad

Suicidio quiere dejar de ser sinónimo de tabú, silencio, vergüenza y culpa. Se busca que suicidio se asocie a petición de ayuda, a otra salida es posible, y así prevenir estas muertes. Es por eso que al teclear suicidio en Google, de los 23,8 millones de resultados que arroja el buscador en menos de un segundo, el primero es el Teléfono de la Esperanza donde se ofrece ayuda 24 horas al día, siete días a la semana. 

Las muertes por suicidio han sido, y aún lo son, invisibles. Y no porque sean pocas. En España fallecen por suicidio 10 personas al día, casi el doble que por accidentes de tráfico y 80 veces más que por violencia de género. Entre 3.600 y 4.000 personas mueren por suicidio al año en nuestro país. 

En Castilla-La Mancha, en 2016 hubo 135 defunciones por esta causa, es decir, cada tres días una persona se quitó la vida. Las mujeres lo intentan más veces, pero son los hombres quienes llegan hasta el final con más frecuencia. De esos 135 muertos, 113 eran hombres. 

Estas son las cifras oficiales, pero ahí están los llamados suicidios encubiertos, esos accidentes donde no hay demostrada una voluntariedad clara de morir, pero que resultan de lo más extraños. 

«Son datos alarmantes, pero son muchos más los afectados», advierte Beatriz Vallejo, una de las psicólogas que ha intervenido en el diseño de la Estrategia sobre el Suicidio de Castilla-La Mancha. 

La «onda expansiva» del suicidio es «brutal», dice Vallejo, alcanza a quien sufre la ideación suicida; a quien lo ha intentado y sin conseguirlo ha quedado con graves secuelas físicas y emocionales y al entorno de quien llega a consumar la muerte.

 

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