Reencuentro de madre e hijo

E. REAL
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El Recinto Ferial se llenó de público para asistir, por segunda vez en este lugar en la historia de este acto de la Semana Santa albacetense, al saludo entre el Cristo Resucitado y la Virgen, celebrado con una suelta de palomas

Momento en que la Virgen, Nuestra Señora del Mayor Dolor, se dirige hacia el Cristo Resucitado, con el Recinto Ferial al fondo, para hacerle la reverencia. - Foto: J.M. ESPARCIA

Eran las once y veinte de la mañana cuando la Virgen, Nuestra Señora del Mayor Dolor, hacía la reverencia hacia su hijo, Jesús, Resucitado tras su muerte en la cruz. Un encuentro que, por segunda vez en la historia de esta celebración de la Semana Santa albaceteña, se produjo en la explanada del Recinto Ferial -la primera vez, obligado por las obras de construcción del parque subterráneo de la Avenida de España- en lugar de en el Parque Abelardo Sánchez. «Creo que ha sido un acierto cambiarlo aquí, el acto ha sido el cuarto anillo de la Feria», comentó a este diario Manuel Delicado, miembro de la directiva de la Cofradía de ‘La Macarena’. «El entorno es más cómodo, aunque no sea tan bonito», apuntó el vicepresidente segundo, Manuel Ruiz.

Miles de albaceteños, devotos o no, animados por el buen tiempo de la mañana del Domingo de Resurrección, no perdieron detalle de la llegada de las bandas de cornetas y tambores de las distintas cofradías, de los nazarenos, incluidos los del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, surgida este año y cuyo vicepresidente, Edilberto Zamora, agradeció «la buena acogida que hemos tenido  de todas las demás cofradías, no tenemos más que palabras de agradecimiento».

Al paso de San Pedro, San Juan del Mayor Dolor y Santa María Salomé, le siguieron el de una blanca Santa María Magdalena, el de San Juan Bautista, más lucido que nunca por sus campanillas y cristales brillando al reflejar el sol, y Nuestra Señora del Mayor Dolor, cubierta con el manto negro.

Muy emotivo fue el momento del encuentro. Silencio respetuoso, pese a las miles de personas reunidas. Sólo entre nazarenos, bandas de cornetas y tambores y costaleros «estarán participando más de 2.000 personas», calculó María Segovia, miembro de la directiva de Nuestra Señora de la Esperanza, ‘La Macarena’. «En organización esta mañana podemos estar más de 250 personas», apuntó María del Carmen García, ayudante de filas.

Madre e hijo, un Cristo Resucitado que llegó a hombros de costaleros de las cofradías de La Soledad, 'La Macarena' y 'La Dolorosa', cofradía titular de este paso, juntos de nuevo.  

Justo antes de la reverencia de la Virgen, hacia lo propio Santa María Magdalena, y llegó la alegría, escenificada en la suelta de palomas y, de nuevo, con el sonido de cornetas y tambores y un multitudinario aplauso. Fue entonces cuando Nuestra Señora del Mayor Dolor pudo quitarse el manto negro, la pena simbolizada, y la daga, privilegio que cada año, por sorteo, tiene uno de los miembros de esta cofradía. Y, con ello, todos los nazarenos se quitaron los capirotes y se descubrieron sus caras.

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