Negocios para noctámbulos

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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Tiendas de conveniencia, farmacias y hasta gimnasios dilatan horarios para atender nuevas formas de consumo en la ciudad

Tomarse un chocolate con churros recién hechos a las 5,00 de la madrugada. Recibir una clase de zumba a partir de las 6,00. Comprar una bolsa de macarrones a las 3,00 de la mañana. Son solo algunas de las opciones de este modelo de consumo a todas horas. Los horarios se dilatan cada vez más y la oferta nocturna crece para dar respuesta a nuevas necesidades de consumo.

La ley dice que las tiendas pueden estar abiertas como máximo 90 horas a la semana, pero deja libertad total a la hora de decidir qué días y qué horas atienden al público a las pastelerías y panaderías, locales de comida preparada, quioscos de prensa, gasolineras y floristerías y a todo tipo de tiendas siempre y cuando no midan más de 300 metros. También a lo que se ha dado en llamar tiendas de conveniencia, a las que únicamente se exige no tener más de 500 metros y les obliga, eso sí, a que den servicio al menos 18 horas al día.

En la ciudad hay un puñado de estas tiendas, al menos funcionan una decena repartidas por los distintos barrios. La prohibición de vender alcohol a partir de las 22,00 horas, que estableció el Ayuntamiento de Albacete hace unos años como medida antibotellón, mermó su recaudación e incluso algunas llegaron a cerrar. Otras se muestran ajenas y buscan su negocio en otros artículos.

Hasta las tantas es una de esas tiendas en la que uno puede buscar un paquete de sal o comprar un litro de aceite en la madrugada. De domingo a jueves está abierta hasta las 2 de la mañana y los viernes y sábado prolonga aún más su horario, hasta las 3,5 horas. No cierra ningún día del año.

«Podría sorprender la gente que viene a buscar un bote de tomate de madrugada porque al día siguiente lo necesita para hacer la comida o quiere comprar zumo o leche para poner el desayuno a sus hijos», cuenta José Miguel Escribano, que en sus estanterías tiene un poco de todo. Entre conservas, sal, aceite, arroz y pasta, tiene más de 200 referencias de cerveza, también una buena oferta de vinos, chucherías y artículos de droguería, por citar algunas de sus referencias.

Durante el día su clientela está en la barriada del Ensanche, pero cuando llega la noche se acercan hasta esta tienda que está en Pérez Galdós gente que va de paso «camareros que salen de trabajar de madrugada, enfermeras que trabajan en Santa Cristina o en residencias y que no han tenido tiempo para comprar algo...», describe José Miguel que cita algunos de los productos estrella del horario nocturno: «vendemos mucho pan y dulces, y también leche y cosas para el desayuno del día siguiente, pero entre todo eso también viene gente a buscar un bicarbonato porque le duele el estómago o suavizante para poner la lavadora».

‘chupes’ y medicinas. Las farmacias tienen su ley específica. Hay boticas que están de guardia, por ley. Pero otras abren más allá del horario convencional por decisión propia. Pueden abrir las horas que quieran, pero siempre teniendo un farmacéutico al otro lado del mostrador. La de Martín Baena, en la calle San Antonio abre todos los días del año, de 9,30 de la mañana a 12 de la noche. Su filosofía no es únicamente la de abrir muchas horas, «además de horario tienes que dar servicio, ofreciendo un buen surtido, y también precio, lo que no hacemos es gravar los productos con la justificación de que se venden en un horario más amplio». Hace ya años que Baena apostó por este modelo de negocio, pero el farmacéutico insiste en que su propósito no ha sido únicamente abrir muchas horas para vender más, sino dar servicio y hacerlo sin bajar la calidad. Por eso en lugar de tres farmacéuticos como le exige la ley, son cinco titulados en plantilla, de tal forma que en todo momento hay un profesional dispuesto a resolver una consulta de síntomas menores, desde un herpes a un dolor de muelas, al mismo tiempo que vende un chupete o un paquete de pañales «eso también puede ser una urgencia».

Gasolineras también las hay que abren toda la noche. En la ciudad hay al menos cuatro estaciones de servicio que sirven combustible las 24 horas del día, algunas con personal asistido. «Hasta las 11 de la noche en invierno y en verano hasta la una de la madrugada, sí que hay ventas; pero durante la noche hay tres o cuatro horas que no se sirve casi nada», detalla Ignacio Sotos, presidente de la patronal de gasolineras, que explica que algunas estaciones de servicio en lugar de contratar a un vigilante para evitar daños en sus instalaciones, optan por contratar a un asistente y mantener abierta la gasolinera toda la noche.

La hostelería tiene sus propios horarios, distintos según la época del año y el tipo de actividad. Aunque en la Asociación de Hosteleros aseguran que muchos locales no están abiertos el tiempo máximo que les permite la ley, «en muchos barrios, a las 12 de la noche, la mayoría de los bares están cerrados sobre todo en invierno y entre semana», apunta la gerente Begoña Garijo. Los fines de semana es otro cantar, también el verano amplía las posibilidades de negocios. Pero hay que medir bien los horarios, «estar más tiempo abierto conlleva unos gastos de luz y personal, entre otros, por tanto hay que valorar la rentabilidad».

Hay quienes buscan su clientela abriendo muy temprano, como es la churrería de la Avenida de España, donde a las 5 de la madrugada ya es posible desayunar, «antes abríamos a las 5.30 y lo hemos ampliado, porque hay mucha gente que trabaja en limpieza y reparto que a estas horas ya está funcionando», subraya José María, su dueño, que tiene que empezar a trabajar sobre las 4 de la madrugada para dar este servicio.