Una escuela en mi salón

M. M.
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Los ocho docentes del Equipo de Atención Hospitalaria y Domiciliaria reparten su jornada lectiva entre las clases que dan en los hospitales a niños ingresados y los alumnos convalecientes en sus hogares

Mª Cruz Buedo explica a Yannela la lección del día. - Foto: Rubén Serrallé

Hace poco más de dos décadas que los maestros pisaron el hospital por primera vez. En 1997 nacía el aula hospitalaria, para atender la faceta educativa de niños convalencientes que debían pasar largas etapas ingresados en el Hospital de Albacete. Ana Martínez Soto fue la primera maestra en ponerse la bata para dar clase y así sigue, aunque ahora no está sola, tiene siete compañeros más. Son ocho los docentes que forman el Equipo de Atención Hospitalaria y Domiciliaria, maestros y profesores, funcionarios de carrera, que han sido seleccionados para este destino tan singular. Dar clase a niños hospitalizados y acudir a las casas de aquellos que están en sus domicilios recuperándose de una enfermedad. Cuando se prevé que el niño va a estar en casa más de 20 días lectivos, se le asigna un maestro, o maestros, para que le den clase en su domicilio. Se trata de garantizar la continuidad en los estudios. Suelen ser, sobre todo, niños aquejados por patologías oncológicas o traumatológicas.  
Los ocho docentes de este equipo reparten su jornada entre el Hospital de Albacete, el de Hellín y las Unidades de Trastornos de la Conducta Alimentaria y de Salud Mental Infanto-Juvenil que están en el Perpetuo Socorro. Entre todos los centros, el curso pasado dieron clase -en distintos periodos- a 615 alumnos. En sus domicilios atendieron a 21 menores de distintas etapas educativas, desde Infantil a Bachillerato. Casos hay en la capital, pero también en pueblos de la provincia y de la zona más cercana de Cuenca, «siempre que no esté a más de una hora de viaje, vamos a los domicilios a dar clase a los niños», asegura la coordinadora. 

 

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