Se cumplen tres décadas sin el genial director François Truffaut

Juan Ramón López
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Es uno de los máximos representantes de la 'Nouvelle Vague', con títulos como 'Los cuatrocientos golpes' o 'El pequeño salvaje'

El realizador galo François Truffaut, durante un rodaje. - Foto: J.R.L.

Es de justicia recordar que ayer se cumplieron 30 años de la desaparición del inolvidable cineasta francés François Truffaut. Fallecido a la edad de 52 años, el 21 octubre 1984 en Neuilly-sur-Seine (Francia), su tumba descansa en el Cementerio de Montmartre, en París, junto a las de Emile Zola, Stendhal, Offenbach, Berlioz, Nizhinski o Degas, entre otros famosos artistas irrepetibles de la historia.  Truffaut nació en París el 6 de febrero de 1932, director, crítico y actor francés;  fue uno de los iniciadores del movimiento llamado la Nouvelle Vague, aunque pronto derivo en un marcado estilo personal. Con una infancia difícil y desgarrada, marcada por el abandono de sus padres, el joven Truffaut era un lector apasionado de literatura que se pasaba la vida en el cine. Dejó sus estudios, sobrevivió con pequeños trabajos, fundó un cine-club en 1947, pero fue enviado a un correccional, del que fue sacado por el crítico de cine André Bazin, su referencia vital. Tras alistarse en el ejército, se le envía a Alemania, deserta y pasa por la prisión militar. Nuevamente es liberado por Bazin, alegando inestabilidad de carácter. Fue crítico de cine en Cahiers du cinéma desde 1953 a 1959, con sus colegas innovadores. Tras ser ayudante de dirección de Roberto Rossellini, en 1958 rueda Los cuatrocientos golpes. Su carta de presentación al mundo del movimiento de la Nouvelle vague, que encabeza junto a Chabrol, Rohmer, Godard, Resnais o Rivette. Tendrá un éxito espectacular  desde Cannes, pasando por Valladolid, hasta Nueva York. Colaboró con Godard (guión de Al final de la escapada), y en los inicios de Jacques Rivette. Aparece ya una característica de Truffaut, su preocupación por la infancia, tan conflictiva en su caso, y por los más desamparados; e irá desde esa radiografía de la realidad francesa tras la II Guerra Mundial de Los cuatrocientos golpes, pasando por la revisión de las teorías de Rousseau en El pequeño salvaje, hasta la sensibilidad que demuestra en la visión que un adulto puede llegar a tener de los niños y su mundo acometida en La piel dura. Dirigirá Truffaut películas hasta su muerte prematura a los 52 años, el 21 de octubre de 1984 en Neuilly-sur-Seine debido a un tumor cerebral. Truffaut apareció como actor en varias de sus películas: La habitación verde, La noche americana, El pequeño salvaje y también en Encuentros en la Tercera Fase de Steven Spielberg en 1977, en la que interpretaba al sabio francés Claude Lacombe. Es autor de un extenso libro de entrevistas a Alfred Hitchcock, El cine según Hitchcock, que se ha convertido en una referencia en los estudios de cine. Lector apasionado, Truffaut llevará al cine muchas novelas de las que caben destacar: Jules y Jim de Henri-Pierre Roché, Una chica tan decente como yo de Henry Farrell, la maravillosa Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, La novia vestida de negro y La sirena del Mississippi de William Irish, y un relato de fantasmas de Henry James, en La habitación verde, que es un film que revela lo más profundo de sus inquietudes: la amistad, la pasión, la muerte.

El resto de las películas de Truffaut surgen de guiones originales, de temas muy diversos, que van desde Diario íntimo de Adèle H. o La noche americana, un auténtico homenaje al cine, premiado con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1973, hasta El último metro, película que se desarrolla durante la ocupación alemana de Francia, ganadora de diez Premios César concedidos por la Academia del Cine Francés. Pero no hay que olvidar que el propio director decía que «no hay buenas historias, sólo hay buenas películas». Amenizadas con la música inolvidable de grandes compositores como Delerue, Duhamel, Herrmann, Jaubert, Vivaldi o Trenet.