«Para un policía, la maldad es lo que no tiene explicación"

CARLOS LURIA
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El escritor de 'Golpes' es un apasionado de Gonzalo Fernández Ledesma, ya que, a su juicio, el fallecido novelista es pura contundencia literaria y puede grabar la esencia humana en una sola frase

Hay personas que cambian rápidamente de canal cuando un telefilme anuncia que está basado en hechos reales: la experiencia indica que se tratará de una película banal y con tendencia al sentimentalismo. Al ya veterano escritor Pere Cervantes este hecho no parece haberle arredrado a la hora de escribir Golpes (Editorial Alrevés), una novela de gran crudeza estilística con la que acaba de ganar el Premio Letras del Mediterráneo.   

 

Subinspector del Cuerpo Nacional de Policía y escritor de novela negra... ¿Es arriesgado suponer que la primera faceta alimenta claramente a la segunda?

Esta pregunta me toca un poco la identidad. Llevo una lucha desde hace tiempo que otros escritores no tienen. Un literato de novela negra que ejerce de funcionario de Hacienda es un escritor. Un escritor de novela negra que ejerce de policía es un escritor policía. Yo prefiero considerarme un escritor que, además, trabaja de policía. A tu pregunta, es evidente que mis experiencias vividas en 28 años como agente, incluidos tres en los Balcanes, me nutren de una información y unas experiencias que no tiene otra persona. 

 

Eso al menos le evita caer en un  error frecuente en el género:la documentación difusa del modus operandi policial.

Desde luego. Pero es que, aparte, yo soy un psicópata de la documentación. En esta obra, por ejemplo, hablo del módulo de funcionarios de una cárcel, y como no había estado en ninguno, y toco madera, me tuve que documentar a fondo. Piensa que el ámbito policial es muy grande, ¿eh? Un policía que, como yo, haya estado en delincuencia tecnológica, económica y terrorismo no sabe nada de ADN. Sí tengo la suerte de que bajo una planta y lo pregunto.

 

¿Está de acuerdo con que la novela negra es un género que pretende retratar la maldad humana en todo su esplendor?

Sí, efectivamente.

¿Qué es la maldad para un escritor de novela negra?

Es algo que existe, que no es ficción. Así que es un motor de acción que cojo de la realidad y que me lleva a hilar muchas tramas. Sin ese arranque de la maldad no hay historia.

 

¿Y para un policía?

Lo inexplicable. Yo la maldad la he visto en mi trabajo. En Kosovo, en Bosnia o en la Zona Franca de Barcelona. Ves la maldad y esa noche no conciliarás el sueño porque no encuentras ninguna explicación. 

 

¿Golpes pretende ahondar en la maldad que envuelve el mundo del narcotráfico?

Esa definición se quedaría pequeña. Engañaría al lector. Prefiero decir que es una novela sobre la pérdida de la identidad, entre otras cosas. 

La historia de Alfa, el protagonista, está basada en un caso real. ¿Este punto de partida no le ha restado capacidad de movimiento como novelista?

No, al contrario. Cuando he escrito ficción al 100 por 100 me he sentido a veces dubitativo. Con Alfa, con la excusa de que es su vida y él me dio un cheque en blanco, fue todo mucho más fácil. Cuando acabé Golpes, le pasé el manuscrito y solo me pidió que cambiara dos cosas: el nombre del presidente de un club de fútbol y algo sobre su exmujer. 

El protagonista se enfrenta a un dilema: o atraca  a unos narcotraficantes y así se arregla la vida o se abstiene de hacerlo por razones éticas. ¿Qué hubiera hecho usted?

No hubiera optado por atracar a los narcotraficantes. No. Soy una persona a la que le gusta controlar las situaciones al 100 por 100. Por eso me da miedo volar, porque no llevo el avión yo. Y los riesgos que toma Alfa son demasiados.

 

El paso del tiempo, la decrepitud, pende como una espada de Damocles. Alfa confiesa: «Arrimarse a los 50 implica tener siempre frío, desayunar ibuprofenos y avistar la vida por el callejón de las vivencias».  

Sí, es un tema recurrente en mi literatura. El paso del tiempo. Y puede ser un elemento común en gran parte de la novela negra, ¿no? La decadencia. No solo de los personajes, sino también de su entorno. De las ciudades, por ejemplo.