Cantar, unir, reír, amar y recuperarse

A.M.
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Voluntarios de cuatro entidades sin ánimo de lucro se encargan de animar las tardes de los niños ingresados en el Servicio de Pediatría del Hospital General

La risa tiene tal poder terapéutico que sorprende hasta los propios profesionales de la medicina. Las tardes con payasos se administran menos calmantes en la sexta planta del Hospital General Universitario de Albacete. El estado de ánimo es otro. La risa ayuda a la recuperación, a sentirse anímicamente mejor, a reforzar las relaciones paterno-filiales, a suavizar la dureza de la enfermedad y a hacerles olvidar, por unas horas, por qué están ingresados. Con estos mimbres, la Unidad de Animación Sociocultural del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, dependiente de la Unidad de Atención al Paciente, organiza y coordina al voluntariado de entidades sin ánimo de lucro que deciden dedicar su tiempo libre a animar las tardes hospitalarias en la planta de Pediatría, en la UCI pediátrica, a pacientes aislados y de larga estancia, a adolescentes ingresados en otras plantas, en Consultas Externas y a los niños ingresados también en el Hospital Universitario Perpetuo Socorro.

En la sala de espera todo es posible. Entre goteros y batas azules, los más pequeños disfrutan de música, canciones, talleres, títeres, teatro... Y no sólo ellos. Familiares y personal sanitario viven estas actividades como un respiro, como un rato de relajación, ilusión y magia donde todo es posible, incluso, la recuperación de los niños enfermos.

José Antonio Requena es el animador sociocultural que se encarga de coordinar la programación semanal que desarrollan estos voluntarios, a través de sus respectivas organizaciones no gubernamentales. Es José Antonio Requena quien puntualiza que en la planta de Pediatría, las cuatro entidades implicadas trabajan tanto a pie de cama como en la sala de espera y en el aula hospitalaria, que adquiere el nombre de ciberaula por las tardes.

Todas las mañanas, entre las 11 y las 13 horas, los niños ingresados -ante la obligatoriedad de seguir escolarizados- son atendidos por los maestros del Equipo de Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria. En vacaciones, esa misma aula se convierte en escuela de verano.

Por las tardes, entre la hora de la merienda y de la cena, la sexta planta del Hospital General recibe, en lunes alternativos, a los payasos de Smile, una asociación formada por estudiantes de la Facultad de Medicina y de otras carreras vinculadas con Ciencias de la Salud.

Desde enero, este programa de actividades de ocio para menores de 16 años cuenta con la incorporación de los voluntarios de Afanion, muchos de los cuales son jóvenes que han superado un cáncer. Su misión se centra en dramatizar todos los martes cuentacuentos con mensaje, para posteriormente trabajarlos con los pacientes y complementarlos con otras actividades lúdicas.

Cada miércoles, la planta Pediátrica recibe a los voluntarios de Más que una ilusión, una organización no gubernamental que lleva casi 10 años inyectando grandes dosis de humor a los niños hospitalizados, a través de canciones, globoflexia, números de magia...

Al igual que ocurre con Smile, Más que una ilusión realiza un pequeño teatrillo de humor para los niños que pueden asistir a la sala de espera de la sexta planta y, al finalizar, visitan en las habitaciones a todos aquellos menores que, por circunstancias médicas, tienen que estar encamados.

Raquel Pascual Serra es la presidenta de Más que una ilusión, una organización que tiene sus raíces en otra asociación andaluza conocida como Todo por una sonrisa. En la actualidad, Más que una ilusión cuenta con unos 80 voluntarios, que se turnan para cubrir la tarde hospitalaria que le corresponde.

Para formar parte de esta entidad sólo hay que ser mayor de 18 años y realizar un curso de voluntariado, que está enfocado al trabajo con niños hospitalizados.

«Nosotros nunca hablamos de enfermedades; venimos al hospital para que se olviden de ellas, para devolverle a los niños el mundo infantil que les ha arrebatado la enfermedad», afirma Raquel Pascual, investigadora en la Facultad de Medicina de Albacete.

Participa como voluntaria en esta actividad porque «recibo más de lo que doy» y porque aportando este grano de arena «me siento estupendamente».

Es María José Bonete, coordinadora de esta ONG, quien destaca el poder terapéutico de la risa y cómo la relación padres-hijos se estrecha con estas actuaciones, porque «en las funciones hacemos a los padres que bailen, salten, que se tiren al suelo... y eso a sus hijos es lo que más gracia les hace».

También con adultos. La cuarta y última entidad que está presente en el Hospital General de Albacete es la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), cuya finalidad es apoyar pacientes oncológicos, tanto pediátricos como adultos. En su caso, según explica José Antonio Requena, esta organización tiene voluntarios todos los días de la semana, entre lunes y viernes, pues además de desarrollar actividades infantiles para los menores, también realiza talleres, labores de acompañamiento y acogida y desayunos saludables para enfermos oncológicos adultos y sus acompañantes.

Es así como voluntarios de la AECC se encargan de ocupar en Pediatría los lunes en los que no acude la asociación Smail y la tarde de los jueves con propuestas recreativas, lúdicas, culturales, artísticas...

De forma general, pero con las excepciones lógicas, los viernes por la tarde no se realiza actividad alguna en el Servicio de Pediatría, dado que «los médicos intentan que los fines de semana queden hospitalizados los menos niños posibles; los viernes dan muchas altas para que los menores puedan pasar el fin de semana en su casa, sólo se quedan los casos más complicados que no suelen estar animados para participar en las actividades».

No obstante, subraya José Antonio Requena, si se detecta que un viernes por la tarde han quedado algunos chicos ingresados y puede venirles bien un rato de entretenimiento, «enseguida suben los voluntarios de la AECC y se encargan de ellos».

Almudena Rocío Piqueras Blanco es la trabajadora social de la Asociación Española Contra el Cáncer en Albacete y coordinadora del voluntariado en el Hospital General de Albacete. Explica que el objetivo del programa que se desarrolla en la planta de Pediatría no es otro que «contribuir al proceso de recuperación», a través de diferentes talleres como la risoterapia, cuentacuentos, arteterapia o juegos educativos.

El compromiso de su voluntariado -mayoritariamente integrado por chicas- es tan elevado que en época estival montan una escuela de verano para ingresados y hermanos, con los que juegan, acompañan y entretienen, siempre con la filosofía de hacerle más divertida su estancia en el hospital, circunstancia que también permite el desahogo de sus padres y familiares.

La AECCtambién atiende a pacientes oncológicos adultos y a sus familiares. En la quinta planta del CHUA, donde se localiza la biblioteca, sus voluntarios dirigen un taller de manualidades en un ambiente alegre, dinámico y divertido, para procurar que las horas hospitalarias corran más deprisa.

Una de las labores que realiza este grupo son flores de papel que, reunidas en un florero, reparte por las habitaciones todos los miércoles por la tarde María del Rosario Sánchez Villar. Lleva ocho años como voluntaria de la AECC, desde que su padre murió por culpa del cáncer: «Sentí que tenía que hacer algo por los enfermos».

Aconseja a todo el que la lea que, aunque solo sea una vez en su vida, «venga a estar con los pacientes y con sus familiares». Asegura que su labor es muy gratificante porque «los enfermos me ven entrar con las flores y se les alegra la cara».

Rosario se sienta a los pies de la cama o en un taburete al lado del paciente para acompañarlo e interesarse por su estado de salud y por sus acompañantes. Cuando se le  acaban las flores, «bajo a la quinta planta, me pongo a hacer más y vuelvo a subir para seguir con las visitas a las habitaciones».

No tiene horario de salida, «me voy cuando he terminado de verlos a todos» y cuando ha recogido los carros con los desayunos matutinos que otras compañeras suyas sirven para los acompañantes de pacientes que acuden a los servicios de Radioterapia y Quimioterapia.

Es la única voluntaria de la AECCque hace planta con los enfermos adultos oncológicos. Su coraje y su fuerza le permite no venirse abajo. Para tratar con pacientes y familiares, Rosario ha recibido un curso previo impartido por la trabajadora social y la psicóloga de la AECC: «Esto es muy fuerte; intento no derrumbarme ni llevarme los problemas a casa, porque si fuera al contrario no podría seguir».

Para Rosario Sánchez, el cáncer es una enfermedad que «quiero desear que va a ser curable», aunque para que esto ocurra, «hay que invertir mucho más en investigación