«La lucha con Pérez Castell fue la más fuerte, una guerra cuerpo a cuerpo»

CARLOS ZULOAGA
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Llanos Rabadán, ex concejal socialista en el Ayuntamiento de Albacete y activista del movimiento vecinal de Albacete, recuerda su etapa como edil

Quien la conoce sabe que Llanos Rabadán, un referente del movimiento vecinal, no tiene pelos en la lengua y siempre ha dicho lo que pensaba, anteponiendo el interés de los más necesitados a lo políticamente correcto. Esa máxima también la llevó a cabo en los cuatro años que estuvo como concejal del Ayuntamiento de la capital y en el movimiento vecinal. Le llevó desde la comprensión de los más progresistas al insulto y el desprecio de los mismos cuando nos les bailó al ritmo que ellos querían. Tiene una gran memoria y no duda en contarlo todo, con respeto, pero todo lo que pasó.

- Empecemos por su paso por el Ayuntamiento. ¿Cómo es que llega a ser concejal del PSOE?

-Me llamó el PSOE porque yo estaba en el movimiento vecinal, en la Vereda, trabajando con Ramón Roldán, un cura al que luego le pusieron su nombre a una plaza. Le llamó el PSOE para ser concejal, pero él dijo que no. Entonces me animó para que aceptara y yo entonces conocía al que fue alcalde, Salvador Jiménez, y al final entré con José Jerez y estuve cuatro años, era un buen gestor, muy receptivo a todo lo que se le demandaba desde los barrios..., fue un alcalde muy ‘bonico’ que plantaba cara a todo, como con el AVE cuando defendió los intereses que más beneficiaba a Albacete.

- ¿Su cometido en el Ayuntamiento fueron los barrios?

- Sí, entonces se creó la Concejalía de Participación Ciudadana y Barrios. Como yo conocía los barrios, a su gente, sobre todo la Estrella y Vereda que eran mi leitmotiv, con los que más trabajaba, quisieron que me dedicara a todos los barrios. Fueron años duros, de estar con la gente, en tu trabajo, porque antes no teníamos secretarios particulares ni nada. Yo era la concejal de la bicicleta, siempre con ella, a mi casa, al trabajo y así durante una Corporación. Porque no entiendo como otros siguen más tiempo, porque entonces aquello era agotador.

- ¿Fue una buena experiencia?

- Muy buena, excelente, por el compañerismo que había en esos momentos, incluso con la oposición que me ayudó en muchos momentos. Me acuerdo de Jorge Navarro que llevaba los cementerios antes de quedarse sin Concejalía y me ayudó mucho. Fueron cuatro años muy ‘bonicos’, conocí mucho, me acerqué más a mi Albacete y me gustó porque conocí aspectos que desconocía, por ejemplo, el Recinto de la Feria, que entonces me sorprendió mucho. Aquello fue mágico porque yo adoraba la Feria, la experiencia fue muy bonita y gratificante, porque en el fondo éramos una familia que queríamos mejorar nuestra ciudad.

- ¿Y recuerda algo especial?

- Como estaba muy vinculada al movimiento vecinal, creamos lo que demandábamos, que eran centros socioculturales, porque abrimos muchos, en todos los barrios, y eso fue ‘tela’. Inauguramos en San Pablo, Vereda, San Pedro Mortero, Estrella..., en cada barrio, por muy pequeña que fuera, para que los vecinos pudieran tener sus reuniones. Y otro éxito fue la elaboración del Reglamento de Participación Ciudadana que era lo que soñábamos todos los vecinos, que nos dieran participación en el Ayuntamiento aunque luego no nos sirvió de nada.

- ¿Una vez que deja el Ayuntamiento, vuelve a la participación vecinal?

- Claro, me integro en el que entonces era mi barrio, el de Franciscanos, estuve en su junta, pase a la Federación de Vecinos de Albacete (FAVA) para poder colaborar y en mi caso trabajé en la vocalía de Participación Ciudadana, siempre con Maribel Carrión, que estuvimos muy juntas porque empezamos en las comunidades de base, con el compromiso social, y en esas comunidades seguimos, yo en la del Olivo..., y ya llevo 35 años.

- ¿Y hasta cuándo duró su participación en la actividad vecinal?

- Aguantamos en Franciscanos hasta que saltó la polémica del trazado del AVE (hubo colectivos que defendían un trazado sur utilizando el tradicional recorrido por Albacete y otros, apoyado en ese momento por la Junta y otras instituciones que apostaban por un ramal desde Motilla de Palancar y un trazado directo de Madrid a Valencia sin pasar por Albacete) y Maribel Carrión y yo nos tuvimos que ir. Éramos muy reivindicativas e incluso logramos que en las carrozas de la Feria se reivindicara ese AVE directo por Albacete.

- Fueron momentos tensos...

-Es que desde la FAVA vimos que había dos trazados, el sur y el otro, y apostamos por el primero. Me acuerdo que vino José Bono, nos llevó al Callejón, nos dio una cena para convencernos pero no lo consiguió. Porque en la FAVA habíamos tenido una asamblea y se decidió apoyar esa opción del AVE. Entonces empezaron a trabajar las huestes de Bono para que se impusiera la opción oficialista y no la que habíamos votado los vecinos, y trabajaron para que nos echaran y al final nos tuvimos que ir. Y es que cuando había alguna reunión de la FAVA comprobamos que los barrios ya estaban muy divididos por este tema, el movimiento vecinal se había fragmentado mucho. Y mi estómago no quería eso, fue una situación muy fuerte, muy dura.

- Pero siguió en Franciscanos.

- Sí, nos quedamos en nuestro chiringuito, y es cuando surge la polémica de la tala de árboles en el Parque Abelardo Sánchez. Nos encontramos con un proyecto de la Universidad, de unos ‘nenetes’, que sólo querían talar un montón de árboles, construir una fuente y hacer un zoo. Y cuando vimos el proyecto nos echamos las manos a la cabeza y apoyamos a un chico, Juan Tomás, que estaba recogiendo firmas para evitar esa tala. Y también se unió el Partido Popular porque veía que era un disparate. Buscamos ingenieros, vino uno de Madrid que nos dijo que era un disparate, que aunque los árboles fueran tan altos no pasaba nada. En esa guerra nos quedamos solos, porque a la Universidad también se unieron los ecologistas y todos se aliaron con el poder. Pero nosotros seguimos peleando no sólo con el Ayuntamiento de entonces, sino con los siguientes. Nos enfrentamos con Juan Garrido por el Plan General de Ordenación Urbana y la privatización del agua. Con Carmina Belmonte también, por la peatonalización de la calle Rosario y porque quiso quitar la Concejalía de Participación Ciudadana. Nos peleamos con todos, hay que recordar que Manuel Pérez Castell lo primero que hizo nada más llegar al Ayuntamiento fue subirse los sueldos en pleno verano y dijimos que no podía ser.

- ¿Con Pérez Castell fue una etapa muy crispada?

- La verdad es que la lucha con él fue la más fuerte de todas, porque se unió el tema del AVE con el del Parque, llegando incluso a las descalificaciones personales. Era una guerra de cuerpo a cuerpo y con lo del Parque llegamos a dimitir toda la junta directiva de Franciscanos. Y es que para que tuviéramos menos fuerza, en nuestra asociación recibimos muchas presiones. Me acuerdo que cuando teníamos muy pocos socios llegó a la asociación hasta José Eduardo Martínez Valero, diciendo que era socio y le recordamos que no había pagado ni una p... cuota. Desembarcó en Franciscanos como otros para desestabilizar y por eso dimitimos en pleno. Y es cuando en el Ayuntamiento rompimos literalmente el reglamento de Participación Ciudadana porque se impedía la celebración de un referéndum y eso que recurrimos a todas las instancias, e incluso la Defensora del Pueblo nos daba la razón, porque el reglamento pedía 5.000 firmas para celebración del referéndum y teníamos más de 10.000. Entonces ella llamó al alcalde para que modificara ese reglamento porque teníamos razón, y lo hicieron con el apoyo de Izquierda Unida. Y es que la sociedad llegó a articularse de una manera inimaginable, con la Universidad, la FAVA, UGT y Comisiones Obreras..., todos menos el Partido Popular. Pero nosotros no nos rendimos y llegamos una noche, en plan comando, a quitar las chapas de los árboles que iban a podar y guardo una de ellas de recuerdo, al menos pudimos salvar algunos.

- ¿Y ahora qué hace?

- Pues no milito en ningún sitio. Estuve en una asociación de emigrantes y en un colectivo gitano, y ahora sigo en las comunidades de base, trabajando para intentar ser un poco mejores y ayudar a los demás, es aplicar la teoría de la liberación. Está claro que la política no cambiará hasta que no cambiemos nosotros, porque siempre vienen los mismos con sus intereses. Estamos con los más necesitados, en los colectivos marginales, con los que sufren los desahucios, dando la batalla. Luego vino el 15-M y me entusiasmé porque vi que era posible otra sociedad democrática, porque la política es servicio y si no que se queden en sus casas. Estoy de acuerdo con lo que dice Pablo Iglesias porque hay gente de mi época que sigue metida en la política.

- ¿Como activista vecinal cuál fue el mejor y el peor alcalde?

- Para nosotros, para el movimiento vecinal, los alcaldes más difíciles fueron Juan Garrido y Manuel Pérez Castell. Lo de Pérez Castell es lo que más me dolió, su Corporación no tuvo oídos y supo articular muy bien una sociedad. Pero claro, los que no éramos sus marionetas estorbábamos, se le llenaba la boca de Porto Alegre, de que venía de un foro de los movimientos sociales, pero nada de nada. Por eso ahora, por ejemplo, a nivel regional con los dos diputados de Podemos se pueden conseguir cosas que se han ido quitando. Pero el día que vea que no se va por ese camino, adiós muy buenas, como he hecho con todos. Como decía Jesús de Nazaret, ‘sacudo el polvo de mis sandalias y me busco otro sitio’.

- Pero el mejor alcalde.

- Sin duda José Jerez, porque fue un gran gestor, y Salvador porque fue el de dar ilusión, lo romántico. Pero el pragmático fue Jerez, era muy receptivo a los barrios.

- ¿Y Carmina?

- Bien, no tuvimos problemas. Le aconsejaron quitar la Concejalía de Participación Ciudadana pero al final no lo hizo.

- ¿Y Carmen Bayod?

- Le tengo un cariño personal muy grande, pero con ella no he tenido ningún contacto político porque yo estaba alejada del movimiento vecinal.

- ¿Se arrepiente de algo?

- No, de nada.

- ¿Cree que las asociaciones de vecinos han perdido el poder que tenían antes?

-  Sí, se han adaptado al sistema. Les hizo mucho daño el PSOE al querer controlarlos.

- ¿Echa de menos los viejos tiempos de actividad?

- Los barrios eran reivindicativos y conseguíamos cosas. Nos iban dotando de muchas infraestructuras, porque Pepe Jerez dotó a los barrios de todo lo que necesitaban. Yo me acuerdo que a la Vereda no entraban los taxis porque todo era barro y todo se consiguió con trabajo. Pero ahora la sociedad está callada, articulada. Los barrios dejaron de ser lo que eran, porque por poner un ejemplo, no se les ha visto en los desahucios, no están en las coordinadoras de emigrantes. Ya no están en ningún sitio, desde lo del Parque del Abelardo Sánchez ya nada fue igual, porque desde el poder les iban dando todo lo que pedían y ellos estaban encantados.