El primer ataque del Estado Islámico en Afganistán mata a 35 personas

Agencias
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El grupo yihadista reivindica un brutal atentado suicida en la zona de negocios de la ciudad de Jalalabad, que causa más de 100 heridos y con el que inicia su ofensiva en un nuevo país

 
El terror del Estado Islámico (EI) continúa extendiéndose. Como ya asegurase la milicia hace unos meses, su zona de actuación se iba a ampliar más allá de Siria e Irak y, tras atentar en Túnez y Pakistán, ayer le tocó el turno a Afganistán, donde un terrorista suicida acabó con la vida de al menos 35 personas en la ciudad de Jalalabad.
El ataque, el peor perpetrado en la nación asiática desde el fin de la misión militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a finales del pasado mes de diciembre, dejó también al menos 115 heridos.
La crueldad de la ofensiva, en la que un hombre detonó los explosivos en un lugar muy concurrido del centro de la localidad, hizo que las autoridades apuntaran a los talibanes como posibles autores. Sin embargo, el EI emitió un comunicado manifestando su culpabilidad. «El ataque fue ejecutado por Abu Mohammed, un hombre nuestro, y estuvo dirigido contra empleados del Gobierno afgano», declaró un portavoz de la milicia, cuya presencia se daba casi por segura en el país, pero no había sufrido la barbarie yihadista.
«La mayoría de muertos y heridos son civiles inocentes», subrayó el portavoz del Ejecutivo de la provincia de Nangarhar, Ahmad Sia Abdulzai. 
El brutal atentado se produjo en pleno horario comercial, en un barrio donde se encuentran numerosos comercios, filiales de bancos y oficinas de las administración pública, por lo que estaba muy concurrido en el momento de la detonación. 
El grupo del Estado Islámico que asumió la responsabilidad está integrado por exmiembros de los talibanes paquistaníes (TTP). Según fuentes militares, opera desde el territorio tribal de Orakzai, en la frontera con Afganistán. 
Un portavoz de la Policía de Jalalabad indicó que pocos minutos después explotó otra bomba en el mismo lugar. El segundo artefacto, que estaba adosado a una motocicleta, no causó más víctimas. 
Poco después de estos ataques, un civil murió y otros tres resultaron heridos al detonar una bomba adosada magnéticamente a un coche en el distrito de Behsud, que limita con la ciudad afectada. 
La Organización de las Naciones Unidas advirtió, tras el crimen, que «los continuos atentados suicidas en zonas densamente pobladas, que con seguridad matan y mutilan a un gran número de civiles afganos, podrían convertirse en crímenes de guerra». En la provincia de Ghazni, en el sureste del país, unos desconocidos decapitaron a cuatro civiles chiítas que habían sido secuestrados hace algunos días, según informó el portavoz del Gobierno provincial, Nang Safi. Los cadáveres fueron hallados ayer por la tarde. 
La violencia en Afganistán ha aumentado notablemente en las últimas semanas. La misión militar de la OTAN fue sustituida a finales de diciembre por otra más pequeña, denominada Resolute Support, para adiestrar y apoyar a las fuerzas de seguridad afganas.