Los criminales Emilio Muñoz y Valentín Tejero quedan en libertad

I. Ballestero / Manzanares
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El primero ha cumplido 18 años de una condena de más de 42 por asesinar a la joven Anabel Segura, y el segundo sale tras pasar 20 años en Herrera de los 50 a los que fue condenado por raptar, violar y matar a la niña Olga Sangrador

Una parte de la historia más negra de España volvió al presente en la jornada de ayer en las puertas de la cárcel de Herrera de la Mancha, en Manzanares, que vio cómo Emilio Muñoz Guadix y Juan Manuel Valentín Tejero recuperaban la libertad. El primero fue el responsable, junto con Cándido Ortiz, del rapto y la muerte de la joven Anabel Segura, asesinada el 12 de abril de 1993. El segundo secuestró, violó y mató a la niña de nueve años Olga Sangrador el 25 de junio de 1992, mientras cumplía un permiso penitenciario. Los dos, con unas horas de diferencia, cruzaron ayer la barrera del penal manzanareño en una jornada teñida de negro que pudo oscurecerse aún más, ya que en esa prisión aguarda su posible puesta en libertad Miguel Ricart, condenado como autor del crimen de Alcàsser.

En torno a las doce y media, y empujando un carrito con sus pertenencias, Emilio Muñoz salía de Herrera de la Mancha. Lo hacía con serenidad y atendiendo a los medios, a quienes pidió un teléfono móvil para llamar a su hijo. «Estoy en libertad, ven a por mí», le espetó. Dejaba atrás dieciocho años en prisión de una condena de más de 42 que expiró el pasado 18 de agosto. «Aplicar los beneficios al total de la condena es una chapuza que se inventó el Supremo», aseguró, como subrayando la sentencia europea que permite ahora su libertad.

Durante el tiempo que esperó a que llegara el coche que iba a recogerle, Emilio Muñoz habló de lo sucedido aquel 12 de abril de hace ahora veinte años. Pidió «perdón a la familia» y aseguró que cometió «un error, un grave error, pero ya he pagado». Dos décadas atrás, él y el fontanero Cándido Ortiz (fallecido en prisión en 2009) metieron a Anabel Segura, una madrileña de 22 años que vivía en La Moraleja, en la furgoneta que conducían y se la llevaron a una fábrica abandonada camino de Numancia de la Sagra, en Toledo. La intención inicial era pedir por ella un rescate de 150 millones de pesetas, pero seis horas después de secuestrarla la ahorcaron. «La cogimos por motivos económicos, la muerte se nos fue de las manos», declaró.

Emilio Muñoz estaba en el taller de manualidades cuando un funcionario requirió su presencia poco antes de las doce, y la secretaria de la Audiencia de Toledo le comunicó su libertad. Recogió sus cosas y salió de la cárcel, donde esperó más de tres horas y media hasta que un coche azul aparcó bajo los árboles y de él salieron los tres jóvenes que fueron a recogerle. ¿Dónde va a ir ahora? «A Madrid. A Vallecas. A mi casa». Allí debía haber vuelto en el año 2025 según la doctrina Parot, pero la anulación de su retroactividad le sacó ayer a la calle. Minutos después de que el coche azul se perdiera, cruzó la barrera Juan Manuel Valentín Tejero, el asesino de Olga Sangrador. Llevaba a cuestas varias condenas, entre ellas una de 50 años de cárcel. Ha cumplido veinte.