Mejor si es en familia

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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Albacete cuenta con 34 hogares que han abierto sus puertas a menores separados de sus padres biológicos. Aún hay más de un centenar de adolescentes y niños que viven en centros o pisos tutelados

Los dinosaurios son una de las pasiones del hijo de Sacri. - Foto: ESPARCIA

No hay nada como vivir en familia. Pero hay quien no la tiene. O como si no la tuviera en un momento dado, porque no se puede hacer cargo de él. Es entonces cuando aparecen las familias de préstamo, familias que lo son de corazón, aunque no biológicas, pero que dan el cariño y la estabilidad que se busca en el hogar.

Casi 300 niños de la provincia de Albacete no pueden vivir con sus padres biológicos. Largas enfermedades, adicciones a drogas, ingresos en prisión o maltratos, son algunas de las circunstancias que pueden llevar a Asuntos Sociales a intervenir y a tutelar estos pequeños. Afortunadamente, más de la mitad (un 60%) pueden vivir en otras familias, muchos con sus abuelos, algunos otros con sus tíos y los menos con familias ajenas que les abren las puertas de sus hogares con una generosidad infinita. Los demás tienen que hacer su vida en pisos tutelados u orfanatos, hogares. Solo en Albacete hay más de un centenar de menores que están en esta situación.

Sacri es una de estas «madres de abrazos y de corazón». La muerte inesperada de su hermano le removió por dentro esa inquietud que siempre tuvo hacia los niños desamparados. Se enteró de lo que era el acogimiento familiar a través de su cuñada, quien al quedarse viuda se planteó ampliar su hogar por este camino. Y un día Sacri tomó la decisión de hacer crecer el suyo, pero sin tener más hijos biológicos; ya sabía lo que era parir a su propia hija, una chica que hoy ya tiene cumplidos los 28 años.

Hizo un alto en su vida. Se paró a pensar. Su trabajo de teleoperadora no valía la pena que le dedicase una vida; quienes sí lo merecían eran aquellos niños que ella conocía que por vivir en centros no tenían una vida de calidad, «eran más callados y menos confiados, incluso pesaban menos, porque no tenían la familia que se merecían». «Los adultos -sentencia Sacri- trazan su destino, pero a los niños les caen encima las decisiones de los adultos».

Y Sacri tomó la suya, volcar su vida en los demás. Respaldada en todo momento por su marido, Juan Carlos, se ofreció voluntaria para acoger en su hogar a pequeños que lo necesitasen. Y ese pequeño llegó.

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