Romper los estereotipos

A.M.
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Jóvenes gitanos, licenciados en la universidad, aseguran que el absentismo escolar está más relacionado con la marginalidad que con su comunidad. La Fundación Secretariado Gitano celebra su jornada de puertas abiertas

Son gitanos y a mucha honra. Su suerte ha sido nacer en un entorno estable e integrador, en una familia que entiende que la educación es esencial para poder aspirar a un futuro mejor. Y ellos así lo han percibido. Cortes, Susana y Paco son tres ejemplos -hay más, pero no muchos- de lo heterogéneo que puede llegar a ser el pueblo gitano.

Los tres superaron la Secundaria, Bachiller y llegaron a la universidad, cada uno en distintos grados. Cortes Muñoz es trabajadora social desde 2014. Ha realizado un máster de intervención social con la comunidad gitana en la Universidad Pública de Navarra y se está estudiando el B1 de inglés.

Su hermana Susana ya ha terminado las prácticas como nutricionista y dietista en el Hospital General de Albacete. Ahora empezará a presentar su currículo para trabajar «donde sea».

Paco Amador ya está en quinto de Administración y Dirección de Empresas, grado que está estudiando por la UNED, porque lo compatibiliza con su trabajo como maestro en el programa de refuerzo escolar de la Fundación Secretariado Gitano.

Los tres son jóvenes y están sobradamente preparados. Por eso sostienen que en la comunidad gitana «hay de todo» y que el alto porcentaje de absentismo escolar que registra esta etnia está más ligado a la marginalidad que a la cultura gitana. «Los índices de abandono educativo son muy altos en barriadas pobres y marginales; allí la gente deja de estudiar, se casa muy joven y se va a vivir con su familia, pero eso lo hacen gitanos y no gitanos», dice Cortes.

En sus casos particulares, el apoyo de sus padres ha sido fundamental. Paco entiende que muchos progenitores quieren que sus hijos estudien pero «están acostumbrados a trabajar desde pequeños y muchos se los llevan a que les ayuden en sus negocios». También existen muchas familias empeñadas en que sus hijos terminen, como mínimo, la Educación Secundaria:«Se está produciendo un cambio de mentalidad importante, especialmente en las nuevas generaciones de gitanos», apunta Cortes, ejemplo de que no todas las gitanas se casan jóvenes y tienen muchos hijos.

<b>Falsos mensajes.</b> Programas televisivos como Palabra de Gitano o Los Gipsy Kings estereotipan a una comunidad muy heterogénea que no solo vive en los barrios marginales y se dedica a la venta ambulante: «Yo no sé cantar ni bailar», advierte Paco, quien entiende que los gitanos que se prestan a esas series de televisión lo hacen por «ignorancia», porque «no solo se perjudican a ellos, sino a toda una comunidad».

Niegan que la cultura gitana sea la que se traslada al resto de la opinión pública, pues un gitano andaluz no tiene las mismas costumbres que otro de Galicia. Ante este panorama, Susana lamenta que los medios de comunicación obvien la parte «normalizada» de los gitanos y divulguen que hay niños y jóvenes que estudian, sacan sus carreras y buscan un trabajo como el resto de personas humanas.

Para mayor interés, la mujer gitana está avanzando a pasos agigantados y, tal y como ocurre con la población paya, es mayoritaria en las universidades. «La gitana no es esa mujer que se casa muy joven, se llena de hijos, cuida de su casa y vive atemorizada; muchas no somos así».

En sus carnes no han vivido, hasta hoy, actitudes xenófobas y discriminatorias por el hecho de ser gitanos. Cierto es, tal y como ellos mismos reconocen, que su aspecto físico no les delata como gitanos. «Hasta en eso hay estereotipos», se quejan. Por eso no saben especificar si en sus respectivas facultades había más gitanos estudiando. Quizá estaban, pero no lo aparentaban.

Para Paco, lo importante es conocer a las personas, sin importar si se es gitano o no, aunque los tres son conscientes de que la sociedad paya tiene prejuicios y desconfianza con esta comunidad, a pesar de los años que este pueblo lleva asentado en España. Lo demuestran los padres de Cortes y Susana, ella trabajadora en un balneario y él camionero, vecinos de Villavaliente, un pueblo en el que viven «bastante integrados» después de que el matrimonio gitano demostrara que eran personas honestas y trabajadoras.

Precisamente para desmitificar y dar a conocer los valores de la comunidad gitana y los programas que desarrolla para su integración, la Fundación Secretariado Gitano celebra este viernes, 12 de junio, a las 12 horas, su jornada de puertas abiertas, en las que todo el equipo de trabajadores, voluntarios y participantes darán a conocer las actividades y experiencias que se llevan a cabo y el impacto que éstas tienen en la vida de miles de familias gitanas.

Esta jornada de puertas abiertas servirá para poner sobre la mesa la situación educativa de la comunidad gitana y las experiencias laborales de los jóvenes que han resultado beneficiados.