Guardias de sable y carabina

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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Hace más de siglo y medio que el Ayuntamiento contrató a los primeros guardias que tuvo la ciudad, y cuyos antecesores hay que buscarlos en milicianos voluntarios y vigilantes contra la ocupación francesa

Agentes con sus motocicletas frente al cuartelillo de la Casa de Hortelano, en 1981. - Foto: IEA

Con sable y carabina. Así iban armados los primeros nueve guardias municipales que tuvo Albacete. Aunque la actual Policía Local encuentra sus primeros antepasados en los vigilantes nombrados en 1808 durante la ocupación francesa, se da por bueno el 2 de octubre de 1854 como fecha en la que se creó lo que entonces se llamó Guardia Municipal. Sólo diez años después de que el duque de Ahumada fundase la Guardia Civil.

Sí que hubo antes cuerpos como el de la Milicia Urbana que se creó en 1833 formada por entusiastas ciudadanos voluntarios y armados o el grupo de guardas a quienes un año después se encomendó cuidar un lazareto que se montó en la Feria para aislar a los afectados de cólera y evitar que la epidemia terminase contagiándose al resto de la población. Pero no fue hasta 1854, es decir, hace 160 años cuando funcionó un cuerpo estable y profesional encargado de la seguridad de la ciudad.

Albacete había adquirido la capitalidad apenas dos décadas antes, pero sus servicios no estaban a la altura: «la cárcel era insalubre e insegura, el matadero malo, las calles malísimas e intransitables, sin policía, ni seguridad pública», decía Francisco Sánchez Torres en sus Apuntes para la historia de Albacete.

Sólo los serenos, apunta el cronista, hacían algo por vigilar la ciudad. Con la proclamación del gobierno progresista, en 1854 piden al alcalde que cree un cuerpo de celadores de Policía Urbana y de Vigilancia, y así el Ayuntamiento pidió permiso para afrontar este gasto. Se contrató a un cabo y ocho guardias, a quienes se entregó como arma un sable y una carabina heredados de los milicianos. Vestirían chaqueta azul y pantalón azul-gris y el cabo jefe igual, pero con levita. Los uniformes los compró el Ayuntamiento, pero como era costumbre lo fue descontando en plazos de las nóminas. Para estas ocho plazas se presentaron 21 solicitudes, donde se resalta la «robustez» de los interesados o su «conducta moral y política».

 

serenos y guardas. De esta primera guardia municipal se sabe poco más que duró «poquísimo tiempo», igual que la Milicia Nacional que también tuvo un batallón de voluntarios en Albacete muy alabado por los generales de Espartero.

Tras un largo periodo sin guardia municipal, en 1878 se formó de nuevo un cuerpo entonces llamado de Agentes Municipales. La escasez de presupuesto, sólo permitió contratar a cinco guardias y un cabo, a los que se pagaba dos pesetas diarias y a los que ya se dotó de un revólver, además del sable. Todos estos datos están recopilados en el libro La guardia municipal de Albacete y la seguridad municipal en el siglo XIX, donde se habla de otros oficios encargados de dar tranquilidad a la población a lo largo de los tiempos.

Los serenos se crearon en 1834. La guerra carlista y la peste de cólera dio lugar al abandono de muchos pueblos, los prófugos se hacinaban en las ciudades y la falta de recursos llevaba a muchos a delinquir. Se decidió entonces extender la figura del sereno a toda España y también el alumbrado público. Tres años después, en Albacete se contrataron cuatro serenos y se colocaron algunos faroles. Además de serenos faroleros, había otras personas encomendadas de tareas de seguridad: alguaciles y guardas destinados a la Feria, los Paseos y el Canal de María Cristina.