Mas se enroca en su quimera

AGENCIAS
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El 'president' propone celebrar unas elecciones, sin fecha fijada y con lista única, tras las cuales daría comienzo un proceso de 18 meses que finalice con una Cataluña independiente

Mas se enroca en su quimera - Foto: GUSTAU NACARINO

Era el día más esperado en Cataluña desde el 9-N. Se especulaba, sobre todo, con un posible adelanto electoral que sirviera, a la vez, de consulta legal, tras el esperpento llevado a cabo hace unas semanas. De hecho, solo había que contemplar el abarrotado aforo del Fórum de Barcelona, así como el silencio de los minutos previos, para entender la magnitud del acto. Sin embargo, la expectación se tornó en decepción, puesto que el líder de la Generalitat, Artur Mas, apenas se salió de la hoja de ruta que marcó cuando se embarcó en su delirio secesionista. Críticas al Gobierno y a la Justicia, comicios plebiscitarios en un futuro sin fecha y una idea de país independiente que se asemejará a Austria. Casi nada nuevo bajo el sol.

«A título personal como presidente», según las palabras con las que abrió el acto, el jefe del Govern marcó un nuevo camino para la región que estará señalado por un objetivo claro e irrenunciable: la secesión. Así, el primer paso de esa trayectoria serían unas elecciones (sin día fijado), debido al silencio que el Gobierno central quiere imponer a los catalanes. «Ha llegado el momento de utilizar el único instrumento que nos queda para hacer la consulta que se nos niega», aseveró.

Para esos comicios, relató, se debería formar una lista única soberanista integrada por miembros de los partidos políticos, pero también de la sociedad civil. El propio Mas se ofreció a encabezar esa candidatura, aunque también apuntó que no tendría problemas en ser el último de la lista.

Casi convencido de la mayoría absoluta de los secesionistas, o del «sí» al ser unos comicios con tintes plebiscitarios, el siguiente paso, tal y como explicó, sería formar un Gobierno autonómico con la única misión de trabajar por la independencia. Esto es, durante 18 meses (el tiempo apuntado por Mas), el Parlament abriría una negociación con el Estado, Europa, y la comunidad internacional. En paralelo, la Cámara abriría un proceso participativo para redactar la Constitución catalana.

Referéndum. Una vez concluido este proceso, de año y medio, los ciudadanos deberían volver otra vez a las urnas para votar dos cuestiones. Una, la independencia. Es decir, la idea del president es convocar, en ese momento, un referéndum con el aval legal del Gobierno central y de las instituciones mundiales. Además, en la misma cita, se elegiría al Govern del nuevo Estado. En esta ocasión, la lista unitaria de los primeros comicios, quedaría descartada, ya que cada partido se presentaría bajo sus siglas. Mas anunció que él no se presentaría a esa segunda convocatoria e instó a aquellos participantes en la primera, a los nombres que formen la lista secesionista, a seguir su ejemplo para diferenciar los objetivos de ambas votaciones.

«Siempre he puesto las urnas antes de tomar grandes decisiones», remarcó el president, quien insistió en varias ocasiones durante su discurso en que la hoja de ruta parte de una idea personal que «no compromete ni al Gobierno que presido ni a ningún partido».

Antes de llegar al, en teoría, nuevo camino de Mas para lograr la independencia, que ya había dejado caer en más de una ocasión anteriormente, el president hizo un completo repaso a los acontecimientos que han llevado a la Generalitat y a Cataluña al lugar en el que se encuentran ahora mismo. «Hay que completar el proceso político iniciado hace dos años con la parte más difícil, por lo que no se entendería que ahora Cataluña deshiciera el camino hecho para saber si hay una mayoría clara a favor de un nuevo Estado», señaló. Un camino que se ha llevado a cabo, según apuntó, mientras «el Gobierno de Madrid ejecuta un proceso de recentralización sin contemplaciones» vaciando de contenido todas las autonomías en general y la catalana en particular. «A la mayoría de ciudadanos de esta región, el Estado nos ha fallado y nos sigue fallando», lamentó.

Por ello, se cuestionó si se puede esperar un cambio de actitud del Estado hacia el proceso soberanista. Un asunto sobre el que se mostró «personalmente bastante escéptico», aunque, como líder del Govern, siempre debe dejar una puerta abierta a esa posibilidad. «Es un Estado que dice no a todo, que confronta la legalidad con la legitimidad y que presiona a la Fiscalía para privar de libertad a miembros de un Gobierno que solo han facilitado que la ciudadana se exprese», señaló en una crítica directa a la Justicia que fue aclamada por el público.

Sin apoyo. El Ejecutivo de Mariano Rajoy definió la nueva hoja de ruta de Artur Mas como «un paso más en su deriva independentista, a pesar de que la mayoría de la catalanes no le acompaña», al tiempo que advirtió de que seguirá velando por el cumplimiento de la ley. «Cataluña necesita un Gobierno que se ocupe de los problemas de las personas», defendió el Gabinete central minutos después de las palabras del president.