El Barcelona levantó ayer su séptima Supercopa consecutiva y demostró que tiene nivel para mantener la hegemonía en el balonmano español, sobre todo si su rival no tiene precisión máxima, de lo que careció el Ciudad de Logroño (27-35).
El equipo azulgrana dominó la pasada temporada, pero aún así decidió dar un paso adelante esta campaña y se ha reforzado para atacar mejor y, sobre todo, para defender más. Así lo demostró con un 5-1 desde el inicio que descentró a su rival.
Porque los riojanos no se adaptaron bien al inicio del partido, perdieron muchos balones en los primeros minutos (nueve en el primer tiempo) por sus indecisiones en el pase y eso les penalizó ante la escuadra catalana que, como era de esperar, no desperdició ninguno de sus contraataques.