La fortaleza de la roca

I.P. Nova / Toledo
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Un castillo imbatible en las batallas, pero no frente al paso del tiempo. El Castillo de Zafra, una de las ubicaciones en las que se grabará la nueva temporada de Juego de Tronos, es uno de los más bellos de la región por su singular emplazamiento

Poderoso, y con aires de haber ganado tantas batallas como le han cabalgado, se levanta sobre la gran roca de la Vega de Zafra su castillo homónimo. Una construcción con principios árabes que superó el paso de los siglos mirando fatuo las localidades de Hombrados y Campillo de Dueñas. Tras el paso de los años, su labor armamentística ha ido cayendo en el olvido y se ha convertido en la sombra de lo que fue y en el reclamo turístico de un paraje tan señorial como el de Molina de Aragón. Esta semana, volvió a ser el vencedor de grandes batallas cuando HBO y Movistar+ anunciaron que sería uno de los parajes de Poniente en la nueva temporada de Juego de Tronos.
«Es un castillo de la plena Edad Media, siglo XII-XIII. La parte que queda visible son reformas posteriores de los siglos XIV y XV», explica el historiador y medievalista alcarreño Plácido Ballesteros. Según diversos estudios y documentos, el origen del Castillo de Zafra fue una torre musulmana. «Los archivos hablan del siglo XII. Una vez esta zona es conquista, se crea el señorío de Molina. El castillo de Zafra estará vinculado siempre al señorío», concreta. Ballesteros recuerda que fue con la reconquista cuando se configuró este señorío en el que el Castillo de Zafra ocupaba un lugar de gran importancia, era a la fortaleza más poderosa y más fuerte de todo el señorío. 
En las documentaciones que relata el experto, se señala un momento en el que el rey Fernando III, en el siglo XIII, ataca al señor de Molina, Gonzalo Pérez, por desobediencia. «El rey hace una campaña militar fortísima contra el señorío de Molina  y él se refugia en el Castillo de Zafra que se considera inexpugnable. Imposible de ser tomado al ataque. Y así va a ser, el Rey no puede tomar la fortaleza a pesar de contar con todo el ejército real», recuerda Ballesteros en un claro ejemplo de lo bravo y poderoso del emplazamiento. 
El paraje sobre el que se levanta la edificación es lo que la vuelve tan característica e impresionante. Se levanta a 1.400 metros de altitud, tras una larga sucesión de praderas de la sierra de Caldereros, en las que la tranquilidad del paisaje se rompe por acompasadas y fieras lastras de roca arenisca, muy erosionadas. Y es, en una de estas lanzas de la tierra, en la que se asienta el castillo; dándole la visión de un paraje que se abre a sus pies y hasta el que es difícil llegar sin ser visto y pisar sin ser invitado. «Lo que se hizo fue aprovechar los límites de la piedra, que es una fortaleza natural en si misma, para poder levantar las torres del castillo como una continuación de la propia piedra», define el experto alcarreño, natural de Albalate de Zorita.
El que también es profesor en la Universidad de Alcalá de Henares, recuerda que la edificación se mantiene operativa hasta que «juega un papel defensivo de frontera». Hay que recordar que el señorío de Molina ocupa una posición muy importante ya que es la frontera natural entre Aragón y Castilla. Pero cuando estas dos coronas se unen, con el compromiso de los que serán conocidos como Reyes Católicos, su papel de frontera deja de ser importante. «Una vez que pierde su función fronteriza comienza un periodo de decadencia. A lo largo del siglo XVI ya existen documentos de que el castillo comienza a entrar en estado de ruina», extracta Ballesteros, remarcando que ésta suele ser  la principal razón por la que se pierden en el olvido dichas construcciones. 
«Es uno de los castillos más bonitos de toda España como estampa roquera. Seguramente de este tipo de asentamientos será el más precioso de toda la península. En su construcción se utilizaron, muy sabiamente, las propias características del terreno», concluye Ballesteros, que no olvida que la majestuosa estampa que en la actualidad se conforma al mirar al castillo se debe a la restauración realizada por sus propietarios. «El dueño del castillo está haciendo verdaderos esfuerzos para mantenerlo. Lo que fue la antigua torre del homenaje se mantiene en un estado  bastante considerable y es lo que configura esa imagen roquera preciosa», alaba.