Diego Carretero culmina una triunfal encerrona en 'su plaza'

Pedro Belmonte
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Paseó tres orejas en una tarde de compromiso, que pudieron ser más si la espada hubiese entrado a la primera en dos toros y el presidente hubiese atendido la petición en el que cerró plaza

Se anunciaron cinco toros para la encerrona en solitario de Diego Carretero en su pueblo, Hellín, y aunque el torero tenía previsto regalar el que hubiese hecho sexto, distintos problemas de indole administrativo le impidieron hacer efectivo el regalo. Tres orejas consiguió el hellinero en su tarde de compromiso, que pudieron ser más si la espada hubiese entrado a la primera en dos de los toros y el presidente hubiese atendido la petición en el que cerró plaza, lo que no le impidió salir en hombros de los capitalistas, en una tarde completa del joven torero que dio una buena dimensión a pesar de su corto bagaje, pero que hace concebir ilusionantes esperanzas de futuro.

Abrió plaza un toro jabonero sucio de pelo, de nombre Superdotado, que resultó noble, al que recibió Diego Carretero con verónicas templadas, ganándole terreno, siendo muy bien lidiado por Juan Carlos Ruiz. En la muleta tuvo duración, desplazándose con franqueza, sobre todo por el pitón izquierdo, por el que el torero le cuajó tandas largas y templadas, sin que le tocase el engaño en ningún momento. Faena muy compacta, con susto incluido al colarsele por el pitón izquierdo, tirándolo al suelo. Un pinchazo y una estocada fueron el preámbulo de la primera oreja de la tarde.

Complicado salió el segundo de la tarde, al que recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio, yéndose el toro al caballo que hacía la puerta, defendiéndose en banderillas. Probó, topó y siguió defendiéndose en el último terció, desrrollando peligro, que no hizo descomponerse al torero, que anduvo firme con el del Ventorrillo. Sin opciones para lucirse, lo mató de pinchazo y estocada, escuchando una ovación.

Recibió al tercero de la tarde con ajustadas chicuelinas, preludio de lo que sería posteriormente la faena, quitando por tafalleras a un toro que se dejó, pero nunca tuvo la franqueza en la embestida. La faena fue valiente, con recursos y momentos de mucho compromiso cuando lo toreó de rodillas, sin apenas espacio. Ajustado, valiente y con mucho sitio, logró calentar al tendido que había quedado algo frío tras el segundo toro, y se adornó con manoletinas y pases cambiados. Una pasada sin pinchar y estocada casi entera, le proporcionó una oreja.

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