La lentitud es lo que define al proceso de regularización de las urbanizaciones del extrarradio de la capital albacetense. Un proyecto que se inició a principios del año 2000 y que, 15 años después, apenas beneficia a una de cada cuatro parcelas del término municipal.

La falta de acuerdo vecinal y, sobre todo, las mermadas economías familiares, siempre han frenado que estas viviendas pasen de estar construidas en terreno no urbanizable a urbanizable, con todo lo que conlleva esta legalización respecto a derechos y deberes, a obtener escrituras en regla y beneficiar así una futura venta.

El estallido de la crisis también ha terminado por ralentizar un proyecto de regularización que no siempre es bien recibido por los propietarios de estas parcelas, obligados a ceder el 10% de sus terrenos para la urbanización, cesiones que como en la mayoría de los casos son inviables se cambian por un pago económico.

Los datos aportados por el concejal de Urbanismo y Vivienda, Juan Francisco Jerez, corroboran los pasos de tortuga que van dando estos asentamientos irregulares. En la actualidad, la Gerencia de Urbanismo tiene sobre la mesa 14 actuaciones iniciadas -todas las que quedan pendientes-, desde los primeros contactos con los propietarios de estas parcelas hasta el proyecto de reparcelación de Las Viñas, una urbanización con 240.000 metros cuadrados de superficie, que cuenta con 129 parcelas y más de medio millar de vecinos.

Cuando terminen toda la tramitación, Las Viñas sería una de las más importantes urbanizaciones legalizadas, después de haberlo conseguido recientemente otra muy potente, respecto a su número de viviendas y vecino: Los Prados.

Precisamente es en Las Viñas donde los propietarios no están de acuerdo con la existencia de un agente urbanizador, ya que prefieren convertirse en Agrupación de Interés Urbanístico (AIU), por lo que tendrán que negociar con el primero.

Es precisamente esta fórmula, la Agrupación de Interés Urbanístico, la defendida por Juan Francisco Jerez: «Vamos a seguir apoyando cuantas iniciativas vayan surgiendo para regularizar las urbanizaciones que quedan y fomentaremos que los vecinos se organicen en Agrupaciones de Interés Urbanístico, para que prime el interés vecinal, siempre cumpliendo la ley y recibiendo el asesoramiento del Ayuntamiento».

De esta forma, sostiene Jerez, «no se impone nada y son los vecinos, con los condicionantes de las leyes y normativas urbanísticas, los que eligen lo mejor para todos». El término municipal de Albacete cuenta con 24 asentamientos, 10 de ellos constan como legalizados, aunque todavía queda por recepcionar las obras de Los Prados. Miralcampo, Campoalegre, Huerta Monroy, El Plantío II, Urbanización Centro, El Trigal, Aguacampada-Las Culebras, Los Chospes y Pozomajano ya tienen sus papeles en regla. Junto con Las Viñas, la urbanización más grande de Albacete, Casas Viejas, también está en el punto de salida hacia un complejo proceso, paralizado en estos momentos porque, según su presidenta, Natividad Gómez Redondo, el agente urbanizador consideró que, con la crisis, «no merece la pena que le paguemos en terreno porque sabe que ahora no es buen momento para construir».

De esta forma, el proceso debería iniciarse de nuevo, una circunstancia que seguramente se realice pues «hay muchos vecinos interesados en que Casas Viejas se regularice, porque no quieren dejarle en herencia a sus hijos unas parcelas irregulares».

Las cifras de este pequeño barrio rural son impresionantes: sus 600 viviendas actuales están repartidas en 1,6 millones de metros cuadrados, todo un enjambre de parcelas y segundas residencias, que cuenta con 2.400 vecinos flotantes.

También aparece en el proceso que maneja el nuevo concejal de Urbanismo, la urbanización Molino de San Jorge, que cuenta con 283.000 metros cuadrados, 113 viviendas y 116 parcelas, así como otros asentamientos de menor tamaño como La Humosa, Riachuelos I y III, Calabacicas, El Peñascal, Los Prados 2, Los Manzanos, Santa Clara, Los Rosales, Cañada de Escartana y la ampliación de Villarcampo.