La caída en picado del autobús lleva a las empresas al límite

I.M.
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Los autocares de línea han dejado de ser el transporte colectivo más usado en la provincia. En 2015 poco más de 540.000 viajeros pasaron por la terminal de bus, frente a los más de 835.000 que usaron el ferrocarril.

En el hall de la estación de autobuses, Paquita, bolso de viaje en mano, aguarda a que salga el coche que la llevará a Bonete. «Vengo de Casasimarro, he parado en Albacete y voy a ver a mi hija, uso poco el autobús, solo cuando no tengo quien me lleve en coche», confiesa. Esta jubilada se acaba de cruzar con dos jóvenes que terminan de comprar un billete a Murcia, «preferimos el tren, es más cómodo, pero como no había buena combinación hemos optado por el bús», explican Aurelio y Ángel que van a la capital murciana a pasar las pruebas de acceso al Ejército.

Son de los pocos viajeros que el mediodía del jueves encontramos en la terminal de bus albaceteña. En las dársenas no es que haya tampoco mucho público. Y dentro del edificio la mayoría de las taquillas permanecen cerradas, carteles de Los billetes se venden en el autocar advierten a los viajeros que no se abrirán. Solo la ventanilla de Alsa está expendiendo billetes. También las oficinas de las empresas que fletan autocares a Rumania están abiertas.

La estampa no es muy halagüeña. El autobús languidece. Hace 35 años que la ciudad puso casa a los autobuses. Corría el mes de julio del año 80 cuando un ministro inauguró esta estación. Sus primeros tiempos fueron de esplendor. Año tras año, durante una década, siempre se superó el millón de viajeros. El año de mayor actividad fue 1991, cuando 1.179.250 viajeros utilizaron la estación.

Desde entonces, la derrama de pasajeros y de autobuses ha sido continua, intensa sobre todo estos tres últimos años, hasta llegar a perder más de la mitad de los usuarios. En 2015 poco más de 540.000 pasajeros pasaron por esta terminal y el movimiento de autobuses se redujo a 49.662, lejos de aquellos años en los que se han llegado a superar los 70.000.

El desplome ha sido tal, que el autobús de línea ha perdido su tradicional hegemonía sobre el ferrocarril. Su vecina, la estación de trenes, recibió el año pasado casi 835.000 pasajeros. Un 35% más. «El AVE ha sido la puntilla», sentencia el gerente de la empresa que gestiona la estación, José Mercader, que asegura que la pérdida de viajeros en las líneas que cubren las rutas de Madrid, Alicante y Cuenca, se debe en buena me-          

dida al contraataque de Renfe y el abaratamiento de las tarifas ferroviarias. «Las empresas privadas de autobuses no pueden competir ni en tiempo ni en precio con el AVE que tiene un precio político», argumenta Mercader.

Otras circunstancias son las que rodean la pérdida de viajeros de las rutas rurales, allí donde no llega el tren. Su opinión es que se usa menos el autocar de línea porque nuestra sociedad ha prosperado. «En los 80 no había hospital en ningún pueblo, ahora los hay en Almansa, Villarrobledo y Hellín, la gente tiene que venir menos al médico, viene menos a comprar porque hay buenos comercios en sus localidades y además hay más coches privados, ahora hasta los estudiantes van a clase en coche».

Si a este cambio social se suma la eterna crisis y el tijeretazo a las ayudas, hace que las cuentas no le salgan a los empresarios del transporte de viajeros.

la estación. Igual que tampoco le cuadran a la estación de autobuses. El quiosco de prensa y la oficina de alquiler de coches son los dos únicos negocios que sobreviven. La cafetería lleva cerrada más de un año. Mientras se resuelve la situación de este local, cuyo anterior inquilino fue desalojado por impago, se ha habilitado una pequeña tienda donde poder ofrecer un café caliente y algo de bollería a los viajeros que van de paso.

La terminal es propiedad del Ayuntamiento de Albacete que en 1981 creó una empresa municipal para su explotación (Emisalba). La pérdida de autobuses y viajeros llevó a la sociedad a caer en números rojos en 1993, justo cuando el tráfico terrestre de pasajeros con parada y fonda en la capital empezó a decaer, sobre todo, a raíz de la construcción de Los Abades en La Gineta. Hoy, el negocio de los autobuses sigue siendo deficitario, aunque la empresa municipal consiguió en 2002 recuperar su solvencia con los beneficios que la da la gestión de la zona azul.

sin ayudas. Lo cierto es que la realidad de la estación es un reflejo de la situación del transporte de viajeros. En una de las pocas taquillas abiertas de la terminal, la de la empresa Francisco Gómez e Hijos S.L. encontramos a Miguel Ángel Gómez, autobusero de toda la vida y a su vez presidente de la Asociación de Empresas de Transporte Regular. Esta integrada en su mayoría por pequeñas empresas familiares adjudicatarias de las líneas que conectan las zonas rurales de la provincia con la capital.

Su queja es amarga, «las empresas de transporte estamos manteniendo un servicio público con nuestro dinero y no podemos más», es su cantinela desde hace tiempo, «la situación es crítica», sentencia este hombre que sabe bien de lo que habla. «Mi abuelo, Francisco Gómez, empezó con los autobuses en 1931 en Madrid, al estallar la guerra se vino a hacer la línea de Barrax, mi padre siguió con la empresa y ahora la continúo yo, somos tres generaciones, y aunque ha habido muchos momentos malos este es crítico», asegura.

La administración lo sabe. La caída de viajeros que usan el autobús en Castilla-La Mancha ha sido de un 43% en los últimos cuatro años. «Todo es por la economía, si los padres no tienen para pagar estudios, hay menos estudiantes que usan el autobús y si hay menos dinero la gente viene menos a comprar y así suma y sigue», argumenta Miguel Ángel.

Si a esto se suma la retirada de las ayudas públicas que colectivos como los jóvenes, jubilados y familias numerosas tenían para usar el autobús y el recorte en las subvenciones a la explotación de líneas de débil tráfico, el panorama para las empresas del transporte no puede pintar más negro.

un mapa complejo. La Consejería de Fomento dice ser consciente de la situación y se han comprometido a reordenar el transporte. No es sencillo. El transporte regular de viajeros que conecta los municipios de la provincia es un complejo mapa cubierto de rutas. Las que atraviesan varias comunidades autónomas son competencia del Ministerio de Fomento, las que se quedan dentro de las fronteras regionales son responsabilidad de la Consejería.

Las líneas autonómicas son nueve, entre todas conectan 113 pueblos y aldeas de la provincia con la capital. Luego hay otras cinco líneas estatales que atraviesan la provincia, cuatro de ellas unen municipios de Jaén con Albacete. La quinta línea es la VAC-212, denominada Puertollano-Albacete-Valencia y compuesta por 32 rutas.

Las rutas se ofertan en concurso público y las empresas que concurren a ellas se las quedan con una serie de obligaciones y de derechos. Es habitual, por ejemplo, compensar a la empresa que hace una ruta deficitaria adjudicándole una ruta de transporte escolar, pero como muchas se han suprimido también en estos años de crisis, sus ingresos han mermado también por esa parte.

Esta fórmula de compensación con el transporte escolar explica también el mal servicio que se da a muchos pueblos. La empresa prioriza el transporte escolar y hace la ruta de viajeros con el mismo autobús cuando lo tiene libre, aunque los horarios no sean los más adecuados.

En la Consejería de Fomento aseguran conocer la situación e insisten en que ya se han puesto manos a la obra para de cara al 2017, año en el que caducan muchas de las concesiones autonómicas, tener un nuevo mapa concesional en Castilla-La Mancha. «Tenemos previsto un nuevo modelo de transporte, el de ahora, con las condiciones actuales, no funciona», admite la directora provincial de Fomento, Amparo Torres.