La mejoría colectiva del juego del Albacete no le basta para despegar

Cristóbal Guzmán
-

El equipo de Luis César no se ha mostrado inferior a ninguno de sus primeros rivales, de potencial diverso, pero su bisoñez le ha impedido transformar sus méritos en resultados

Edu Ramos pugna con un adversario durante el partido frente al Spórting. - Foto: José Miguel Esparcia

Las lamentaciones vuelven a aparecer tras el tercer partido de liga, en la repetición de un escenario ya conocido y argumentos similares, aun con matices.

El encuentro del pasado sábado ha vuelto a dejar un poso de amargura por lo que pudo haber sido y no fue, pero también cierta sensación que abre paso a un optimismo moderado que, si bien se topa con los resultados adversos, cuenta con indicios que apuntan a una progresión en el funcionamiento colectivo del Albacete.

De entrada, cabe reseñar que la disposición defensiva del cuadro blanco mejoró con relación a anteriores compromisos. Si bien es cierto que no es el fuerte de los blancos el cierre de líneas cuando pierde la posesión de la pelota, como en el tramo final del partido frente al Spórting, el grado de sufrimiento en los lances a balón parado fue a menos. La aportación de Gonzalo de la Fuente en este y otros apartados comienza a ser notable, como también el ajuste de la basculación que tantos quebraderos de cabeza produjo en el Heliodoro Rodríguez y que se pulió de manera ostensible el sábado pasado, cuya consecuencia más evidente fue el buen encuentro de los laterales, en especial de un Fran García que también sumó apariciones en ataque.

El planteamiento del Spórting también ayudó a sacar en más ocasiones el balón limpio desde la zona defensiva. Los asturianos comenzaron el partido esperando en su propia parcela atentos a errores en la entrega que se minimizaron, y aunque se careció de profundidad por la tela de araña enemiga, la variedad del ataque (la velocidad de César Díaz, los lances de uno contra uno de Jorge Díaz, la calidad de Rubén Cruz en el área y la capacidad de llegada de Portu) permite pisar el área con garantías en todos los partidos, independientemente de su mayor o menor grado de acierto.

Sea como fuere, la percepción del juego del Albacete, mezclada con la intuición de haberlo constatado en la pasada campaña, conduce a pensar que el conjunto de Luis César continuará con su progresión conforme transcurran las jornadas, aun cuando la fase inicial también haya dejado muestras de serias debilidades que ha pagado con creces.

La semana que comienza incrementará si cabe la intensidad de los compromisos en las dos competiciones. El próximo miércoles, el Albacete recibirá en el Carlos Belmonte al Real Zaragoza en la segunda eliminatoria de la Copa del Rey, una competición maldita para los blancos con agradables excepciones como la de hace tres temporadas, cuando el entonces equipo de Antonio Gómez alcanzó los octavos de final en los que cayó a manos del Athlétic.

El envite frente a los aragoneses será una buena oportunidad para comprobar el cambio de mentalidad para una competición distinta, pero también para comprobar si la mejoría alcanza un grado más o si se siguen cometiendo errores con una factura cara.

Pasado el partido copero, el Albacete volverá a tener otro rival de campanillas en el Campeonato de Liga, con la visita prevista al Benito Villamarín, donde le esperará el máximo favorito al ascenso que ayer sufrió un serio e inesperado varapalo en Ponferrada, donde encajó una goleada (4-1) que es un claro indicio de lo que puede suponer esta temporada. Aunque los verdiblancos andarán escocidos y buscarán desquitarse ante su público con el Alba, no es menos cierto que lo acontecido también debe espolear a los visitantes para despojarse del complejo del recién ascendido.