El momento de Sánchez

Pilar Cernuda
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Las negociaciones para alcanzar un nuevo Ejecutivo ponen en el punto de mira al líder socialista, que tiene como misión buscar posibles pactos con los diferentes partidos políticos

Se han iniciado las negociaciones y todos, con Pedro Sánchez a la cabeza, trabajan contra reloj para intentar llegar a acuerdos de Gobierno. 
En Moncloa, Mariano Rajoy se encuentra a la espera de los acontecimiento. Pero no lo hace de brazos cruzados. No lo ha estado en las últimas semanas, aunque parte de la estrategia de Sánchez se ha basado en presentar al presidente en funciones como un político noqueado, inactivo, sin iniciativa y sin que mantuviera contactos con otros partidos. No era así. Además de una primera ronda negociadora, en la que el socialista le comentó al popular que no tenía nada que hablar con él y no permaneció en el despacho del presidente ni 20 minutos, ha habido contactos del presidente y de su equipo con Ciudadanos y con personas del PSOE.
Hace tres días se puso nombre y apellido a una reunión de la que teníamos información varios periodistas: el almuerzo entre el jefe de Gabinete de Rajoy y miembro actual de la dirección nacional, Jorge Moragas, con el exjefe de Gabinete de Felipe González y de Zapatero, José Enrique Serrano. Hombre importante en el socialismo, muñidor de los grandes acuerdos de Estado entre PP y PSOE, entre ellos el Pacto antiyihadista. Moragas y Serrano no negociaron, sino que intercambiaron puntos de vista sobre el endemoniado escenario político, y sí vieron la posibilidad de que un miembro del PSOE y otro del PP mantuvieran encuentros discretos con vistas a avanzar en posibles negociaciones. Rajoy estuvo de acuerdo.
Cuando se le planteó el asunto a Sánchez, dio su no rotundo. Presume de talante negociador pero ya en su propio partido hacen bromas con ese talante: solo lo aplica cuando se trata de hablar con determinados partidos o personas. Con Rajoy no quiere ni sentarse a tomar un café. Le detesta, así de claro, y se comprobó en el debate electoral que mantuvieron, en el que no pudo ocultar su animadversión hacia el hombre al que pretende sustituir en La Moncloa. Sin embargo, aunque no quiere saber nada de él, está obligado a incluirlo en la ronda negociadora, y se verán la semana próxima.
 
Formaciones excluyentes. Ha habido buena sintonía entre Sánchez y Rivera en el primer encuentro mantenido una vez que el socialista ha sido designado candidato a la presidencia por el Rey Felipe. Un inciso: Rajoy acudió a Zarzuela el pasado martes sin que nadie de su entorno supiera si iba a aceptar o no la candidatura si el Monarca volvía a proponérselo. No adelantó a nadie sus intenciones, hasta el punto de que hay personas muy cercanas que aseguran que estaba dispuesto a aceptarla y otras en cambio que creen que la iba a rechazar. No tuvo opción a pronunciarse, porque Felipe VI no le ofreció ser nuevamente aspirante, ni siquiera le tanteó ni le preguntó. Ya había tomado su decisión y se la había insinuado a Sánchez, que salió de Zarzuela tan seguro de que iba a ser el elegido que en su comparecencia ante los periodistas, con un tono exultante de satisfacción, anunció que si era candidato lo aceptaría sin reservas. Anuncio del que todo el mundo que conoce el mundo político dedujo que iba a ser el nombre que Don Felipe trasladaría al presidente de las Cortes, pues en caso contrario Sánchez habría quedado en ridículo.
Sánchez y Rivera hablaron de todo. El lider de Ciudadanos le trasladó que si se producía el acuerdo, quería que fuera recogido por escrito, incluidas fechas en las que se tomarían determinadas decisiones y se llevarían ciertas leyes al Congreso para su aprobación.Y le advirtió a Sánchez que en ningún caso aceptaría un acuerdo con Podemos, y que, además, no creía en un Gobierno estable si no contaba con cierto apoyo del partido que había ganado las elecciones, el PP, apoyo que podía concretarse en una abstención. 
En el campo adverso, el de Podemos, Sánchez encontró el mismo mensaje. Al finalizar la reunión  con Pablo Iglesias, éste le reiteró que en ningún caso pactaría si eso suponía un acuerdo con los naranjas. Un dilema para Pedro Sánchez.
¿Cómo respira el PSOE ? Los críticos, con silencio. Pero cuando se logra contactar con alguno de ellos que acepta hablar solo si se respeta la confidencialidad del nombre, explican que han decidido que hay que dejar a Sánchez que trabaje sin presiones, pero que lo que decidió el Comité Federal es incuestionable: no se admitirá nada que vaya contra la legalidad, negación absoluta a pactar con quien mantenga la idea de una consulta independentista en Cataluña, y por supuesto no se aceptará ningún apoyo de procedencia independentista, ni siquiera a través de ausencias cuando llegue el momento de votar.
Con todas esas premisas sobre la mesa, Podemos excluye a Ciudadanos, Ciudadanos a Iglesias, y Sánchez no quiere saber nada de los populares. Imposible hacer pronósticos. En Ciudadanos tienen la sensación de que ahora lo más probable son unas nuevas elecciones. Podemos, además, aspira a ello. 
En el PSOE no se pronuncian. En el entorno más íntimo de Sánchez lanzan la idea de que los españoles no conocen su tesón cuando se marca un objetivo y le ven en Moncloa, mientras que los que llevan tiempo sorprendidos por sus decisiones y su acercamiento a Podemos recuerdan una y otra vez las líneas que le ha marcado el comité federal, que no puede saltarse incluso en el caso de que consiga el respaldo de los militantes. Esa idea que Sánchez llevó al Comité Federal y fue aprobada a regañadientes, pero no es vinculante. Por encima de esa consulta están los intereses de Estado y los de partido, afirman.
¿Y el PP? Además de negociar con Ciudadanos, y mantener contactos con socialistas, están a la espera de qué ocurre con las negociaciones de Sánchez.
 
El Senado importa. A pesar de que desde sectores cercanos al PSOE se dice que existen tensiones profundas en el partido, no es cierto, o al menos no las hay entre quienes ahora mismo tienen cargos de poder. Apoyan a Rajoy, que desde hace tiempo advertía que en la siguiente legislatura se abriría el proceso sucesorio, que él sabe perfectamente que es ineludible. La prueba fueron los cambios que realizó hace unos meses, cuando renovó la dirección nacional para dotar de presencia a una nueva generación.
En la reunión del pasado jueves con su grupo parlamentario, Rajoy lanzó una advertencia: que el PP tiene mayoría absoluta en el Senado. Desde el PSOE se apresuraron a contar que eso no tiene por qué impedir que se forme un Gabinete de progreso, que no afectaría a su trabajo, puesto que el Senado es una Cámara de segunda lectura.
Tienen razón los socialistas, pero un Senado jugando a la contra puede complicar a un Ejecutivo hasta convertir su situación en insoportable: puede retrasar plazos para que no se cumplan las fechas previstas para la aprobación de las leyes pactadas con los partidos que apoyan a Sánchez, puede una mayoría de senadores solicitar una semana y otra la comparecencia de los miembros del Gobierno para que informe sobre todo lo que se les ocurra, pueden provocar también una cadena de comisiones de investigaciones con las comparecencias que consideren pertinentes … entre ellas la de Susana Díaz para que informe sobre los ERES de Andalucía. El Senado tiene un papel poco relevante, pero en una situación de mayoría absoluta del principal partido de la oposición, está capacitado para provocar una exasperación en el Gobierno
¿Qué va a ocurrir? No lo sabe nadie. Pero el presidente asturiano, Javier Fernández, ha pedido a los dirigentes socialistas abstenerse de hacer comentarios sobre las negociaciones que mantiene el secretario general de su partido para intentar convertirse en presidente de gobierno. «Es el momento de Pedro Sánchez», aseguró. Lo es.