La sombra del fracking se extiende a 12 pueblos y 1.400 kilómetros

Maite Martínez Blanco
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La industria gasística investiga si resulta rentable explotar el 10 por ciento del subsuelo provincial al extraer el gas aplicando la controvertida técnica de la fractura hidráulica

Un cartel de rechazo a la fractura hidráulica en la cabina de Albatana. - Foto: R. Serrallé

Es rentable explotar el gas del subsuelo albaceteño? Eso es lo que pretenden averiguar las dos empresas de hidrocarburos que han obtenido licencia para rastrear bajo unos 1.400 kilómetros cuadrados, un 10% del subsuelo provincial. Se trata de buscar principalmente gas, porque el petróleo está descartado, que pueda ser extraído mediante la técnica de la fractura hidráulica, conocida como fracking.

Una procedimiento muy criticado por los ecologistas, que avisan de lo agresivo que es para el medio ambiente y del riesgo de contaminar reservas de aguas. La industria del shale gas, sin embargo, habla de grandes inversiones, de muchos puestos de trabajo y de la menor dependencia energética del país. El debate está servido.

La fiebre del hidrocarburo, sobre todo en busca del gas de pizarras, ha prendido en los últimos años. El gas se acaba; se estima que las principales reservas que están en Rusia, Qatar e Iraq se agotarán en seis décadas. La industria se fija ahora en el llamado gas no convencional, bautizado así no porque sea diferente, sino porque para su extracción son necesarias unas técnicas extraordinarias, el controvertido fracking.

Las empresas de hidrocarburos se han lanzado a conseguir permisos de investigación, pero hasta llegar a la explotación faltan años. Al menos se necesitan seis para investigar y otros tantos para permisos, licencias de obra, autorizaciones de agua de las confederaciones, pues el fracking consume ingentes cantidades del líquido elemento.

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