El doctor e investigador Carlos Suárez Nieto, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Central de Asturias, ha participado en el ciclo de seminarios de Investigación en Biomedicina que viene organizando la Gerencia del Área Integrada de Albacete conjuntamente con la Facultad de Medicina, el Idine y el Instituto Roche.

En base al título de su conferencia ¿qué aplicaciones clínicas de la oncología molecular hay para los tumores de cabeza y cuello en estos momentos?

Cuando hablamos de los tumores de cabeza y cuello nos referimos fundamentalmente a los tumores de laringe y faringe ahora se abren nuevas perspectivas con unas herramientas muy poderosas por las que se puede conocer todos lo genes del tumor y  las alteraciones que estos presentan, y ya no se actúa a ciegas. Las aplicaciones pueden ser de todo tipo: para la detección precoz del cáncer, por ejemplo para vigilar en los casos de pacientes que han tenido un tumor e impedir que salga otra vez hay posibilidades a través de células tumorales que puedan quedar en la saliva de detectar cambios biológicos y por tanto deducir que se está iniciando un tumor en esa zona;también hay una serie de marcadores de alteraciones que nos pueden servir de orientación para ver si un paciente es probable que pueda tener metástasis o un peor pronóstico o que una lesión precancerosa acabe en un cáncer. Es decir, que hay una serie de alteraciones moleculares que pueden relacionarse con una evolución clínica determinada y además conociendo determinadas alteraciones genéticas se pueden diseñar fármacos que puedan ser útiles de forma específica contra esa alteración.

¿Cuándo podrían llegar estas aplicaciones a los pacientes?

Ya hay muchas que  están llegando a los pacientes, lo que ocurre es que la efectividad de todo ello es relativa. Hay algunos fármacos que ya están aprobados para su uso y que alargan la supervivencia unos meses. Pero en estos tumores es impensable todavía contar con un fármaco curativo, se puede reducir el tumor o mejorar pero no curar, porque estos tumores tienen muchas vías de crear resistencias a estos nuevos fármacos y escapar a otras alternativas de crecimiento tumoral.

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