El Alba no sabe ganar (2-2)

Juan Carrizo
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El conjunto manchego tuvo el partido controlado, pero empató debido a sus propios errores

Pasan las jornadas y el Albacete que iba a mejorar en la segunda vuelta todavía no ha aparecido. Y no lo ha hecho porque el equipo es presa de sus propios nervios, su endeblez defensiva y su incapacidad para ganar los partidos.

La afición salió decepcionada con un equipo que es capaz de tirar por tierra todo el buen trabajo de la primera mitad en una segunda en la que regaló el balón al rival y fue presa de su propia inseguridad. Porque el problema del Albacete no estaba sólo en la falta de gol. El problema principal es que encaja con excesiva facilidad, más por errores propios que aciertos del rival, y así es muy complicado ganar partidos.

Todo empezó bien, con Víctor Curto de inicio y con la inesperada presencia de Rubén Cruz en el lugar de Jona. El equipo salió enchufado y bien posicionado, aunque el Oviedo mostraba su capacidad para llegar con una plantilla de jugadores cargados de experiencia, oficio y calidad.

Pero el que pegó primero fue el Albacete, que en una acción rápida pilló a contrapié a los ovetenses. Carmona pilló el balón a más de 30 metros de la portería y conectó una duro disparo en el que nada pudo hacer un adelantado Esteban. Se adelantaba el Alba. La cosa empezaba bien.

El gol dejó tocado al Oviedo, aunque Juan Carlos tuvo que intervenir ante un duro disparo de Johannesson. En la siguiente acción Antoñito hizo una buena internada por la banda derecha, empezó a recortar para buscar la mejor opción y acabó centrando con la izquierda. Esteban se la comió y el efecto hizo que en el bote el balón se envenenara y se colase en la portería del Oviedo. Era el 2-0 y sólo corría el minuto 13.

Edu Ramos manejaba el centro del campo con un poderío impresionante. Núñez y Pulido controlaban a los peligrosos Toché y Koné. César Díaz explotaba su velocidad en la banda, Carmona su calidad. Curto peleaba y generaba mucho fútbol entre líneas. El Alba estaba cómodo y el Oviedo apenas inquietaba.

Pulido tuvo el 3-0 a la media hora en una falta que puso muy bien Carmona al punto de penalti y que el central toledano cabeceó fuera por muy poco. La última acción de la primera mitad fue una ocasión de Curto que atajó Esteban.

Tras las buenas perspectivas que ofreció la primera mitad, sobre todo por el resultado, en la segunda pronto se vio que la cosa podía acabar mal. El Alba entregó el balón al Oviedo y dio tres pasos atrás. La idea podía ser buena a sabiendas que las prisas eran para ellos y que a la contra se podía matar el partido, pero fue quitar del partido a Curto y César Díaz y Luis César mató cualquier oportunidad de generar una contra en condiciones.

A los 10 minutos de la reanudación el asedio ya era total sobre la portería de Juan Carlos, lo que se incrementó cuando Sergio Egea metió en el partido al corpulento Cervero. Si uno tiene una defensa tan endeble como la manchega, jugársela a darle el balón al rival tiene un alto margen de peligro.

Más o menos la cosa iba por buen camino, sin que el Oviedo, por mucho que tuviera el balón en su poder, generase ocasiones suficientes para darle la vuelta al partido, pero el cuento cambió cuando un grave error de entendimiento entre Antoñito y Juan Carlos terminó con el 2-1 en el minuto 76. Gran cagada que dio alas a un Oviedo que vio entonces la posibilidad de sacar algún punto.

Para entonces el juego del Albacete ya no existía. Con Curto, César Díaz y Carmona en el banquillo, el juego ofensivo local había pasado a mejor vida y los nervios estaban a flor de piel.

Un despiste general, justo cuando se cumplía el minuto 90, acabó con el 2-2 de Toché, con Juan Carlos reclamando una mano que nadie vio y la sensación de que al Albacete, aparte de no tener gasolina para la segundas partes, se le ha olvidado como ganar los partidos.