El faro de Fátima vuelve a brillar

Maite Martínez Blanco
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El templo del barrio de las Casas Baratas se reinauguró ayer, tras meses de obras, con una misa oficiada por el obispo

Los vecinos de Fátima han vuelto a pisar su parroquia. Con una misa, oficiada por el obispo Ciriaco Benavente en la que se consagró de nuevo el altar, esta iglesia que se acerca a su 70 cumpleaños reabrió ayer sus puertas tras ocho meses de obras de rehabilitación.

No hay cambios espectaculares en el templo, pero sí se ha conseguido que recobre el «esplendor que había perdido con el paso del tiempo», opina Pedro Roldán, vicario parroquial de Fátima, «estamos contentos con el resultado, es realmente digno y bonito, una obra que quedará para la ciudad».

El templo se hizo con los mismos humildes materiales que las casas que lo rodean. Solo hay ladrillo en la estructura, los muros son de cal y arena, vulnerables al paso del tiempo y, sobre todo, a las inclemencias meteorológicas. Las tejas fuera de sitio daban paso a goterones y humedades que hacían temer lo peor si no se intervenía. No había tiempo que perder y la parroquia se puso manos a la obra.

El esfuerzo ha sido, y sigue siendo, importante. Las obras han rondado los 350.000 euros. La parroquia, con el aval del Obispado de Albacete, pidió un préstamo y está a la espera de que recibir alguna ayuda de las administraciones públicas.  El vicario parroquial no se olvida de agradecer el esfuerzo del barrio, «se han volcado con la parroquia», una colaboración a significar sobre todo en una barriada poblada por muchas familias que en estos momentos de crisis lo están pasando bastante mal. Tómbolas y festivales benéficos, venta de calendarios y hasta una campaña para buscar cuotas mensuales han hecho posible que los albañiles no dejaran de trabajar estos meses.

La tarea principal fue revisar y reparar el tejado para poner fin a las filtraciones de agua que amenazaban la construcción. Un 20% de las tejas estaban en mal estado y hubo que cambiarlas, además de recolocar muchas otras. La techumbre, de hierro y madera, se ha podido conservar.

Hecho esto, entraron a trabajar los pintores que lijando retiraron la vieja cal de los muros, para después aplicar una serie de imprimaciones y pinturas de mayor calidad. El templo de Fátima no ha perdido su característico color blanco, pero sí que se ha aprovechado el trabajo de los pintores para darle algo de color a esta iglesia: el ocre puede verse ahora en contrafuertes y cornisas y el azul añil en las jambas y dinteles de las ventanas y óculos.

Dentro del templo se demolió un muro que estaba en el presbiterio y que, además de estar en mal estado, carecía de sentido. Se han restaurado además las bóvedas, algunas en mal estado, para evitar situaciones de riesgo.

más cerca del cielo. En el campanario, que está a 33 metros de altura, también se ha intervenido. Sus dos pequeñas campanas se han reparado y mecanizado para que vuelvan a sonar; desde febrero ya dan las horas y ayer llamaron a los feligreses a esta misa inaugural. La cruz del cimborrio, que llegó a derribar el viento, se ha restaurado y colocado de nuevo en su lugar original.

La humilde iglesia está ligada al barrio al que da nombre, ese barrio también conocido como el de las Casas Baratas, pero además es todo un símbolo para la ciudad.

No porque fuese construida con valiosos materiales, sino porque el templo es el corazón de toda una barriada que la Obra Sindicalista del régimen de Franco levantó para cubrir la imperiosa necesidad de vivienda que había en los años 40. Las primeras casas se vendieron en 1944 y el barrio se dio por terminado en 1957. La iglesia no se sabe con certeza en qué año se construyó, una publicación de Rubí Sanz señala 1947 como fecha de edificación del templo y el mercado que hay justo enfrente.

La Obra Sindical del Hogar expropió y compró casi 15 hectáreas de tierra en lo que entonces eran las afueras de la capital. Sobre este terreno se ideó un barrio siguiendo la doctrina falanguista, con viviendas sociales -unas muy dignas, como los chalés que décadas después con la burbuja inmobiliaria se cotizaron bastante; otras menos sociales, como los pequeños pisos de las grilleras- y en su entorno un mercado, unas escuelas, una piscina y una iglesia.

La parroquia de Fátima fue creada por  Tabera y Araoz el 14 de octubre de 1951. Recién nacida la diócesis de Albacete, el cardenal creó cuatro nuevas parroquias para dar cobertura a una ciudad que entonces no paraba de crecer. Junto a Fátima se constituyeron las parroquias de La Asunción, el Buen Pastor y el Pilar, para atender el «número de fieles exorbitante para las cuatro únicas parroquias existentes», decía entonces Tabera y Araoz.