Hasta el último calcetín

A. M.
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Cáritas Diocesana de Albacete, a través de su Fundación El Sembrador, se adhirió a la red Koopera para que la gestión de la ropa de segunda mano refuerce la inserción laboral de personas en exclusión social

Muchos son los servicios y proyectos que Cáritas Diocesana de Albacete desarrolla en esta provincia siempre enfocados a mejorar la calidad de vida de los más necesitados. Entendiendo que el empleo es uno de los vehículos para conseguir la normalización de muchas familias, su Fundación El Sembrador inició en 2008 un proyecto de recogida, selección y venta de ropa de segunda mano, siempre con el ánimo de impulsar la inserción laboral de aquellos colectivos en riesgo de exclusión social: extoxicómanos, mujeres maltratadas, inmigrantes, parados de larga duración, personas sin recursos…

Asociada con la empresa de economía social RqueR, en 2008 nacía Fuera de Serie, una tienda de ropa de segunda mano que abría sus puertas en la calle Octavio Cuartero. Sin embargo, la colaboración se rompió el pasado año y ese local quedó bajo la dirección de RqueR.

Así las cosas y con el fin de evitar que la gestión de la ropa usada dejara de promover la inserción laboral, la Fundación El Sembrador se adhirió a la red Koopera, una cooperativa de segundo grado en la que participan cooperativas de iniciativa social y empresas de inserción impulsadas por Cáritas. Nacida en el País Vasco, Koopera ya se encuentra asentada en Cantabria, Asturias y Navarra y acaba de extenderse hacia Teruel, Castellón, Valencia, Almería y Albacete.

Con esta fórmula, las Cáritas españolas quieren hacerse más fuertes y evitar que ante la inminente declaración de la ropa usada como residuo, las grandes empresas multinacionales se hagan con la gestión integral de la misma. «Si seguimos solos no podemos tener un proyecto económicamente viable que garantice un sistema de gestión completo de la ropa, por lo que ponemos en riesgo los empleos creados para personas en exclusión social».

Lo explica Rafael López, gerente de la Fundación El Sembrador, de la que depende el proyecto Recuperaciones El Sembrador y la nueva tienda de textil y calzado de segunda mano que Cáritas abrió en la calle del Tinte de esta ciudad, local que será inaugurado este miércoles, 14 de octubre, a las 19 horas, por el obispo de la Diócesis, monseñor Ciriaco Benavente.

La adhesión de Cáritas de Albacete a esta red ha cambiado las formas de gestionar la ropa usada que los trabajadores recogen de los contenedores distribuidos por toda la capital y provincia. Hasta un centenar de container, de los que 59 se encuentran instalados en todas las poblaciones de esta provincia de más de 2.000 habitantes.

El pasado año, Recuperaciones El Sembrador gestionó 635 toneladas de textil, procedentes de contenedores, donaciones directas y entregas a las parroquias. Este año, entre enero y agosto, los albaceteños ya han entregado por todas estas vías más de 447 toneladas de ropa de segunda mano, mayoritariamente infantil y de mujer.

Como las cantidades anuales no han dejado de crecer a pesar de la crisis, la Fundación El Sembrador ha tenido que solicitar al Ayuntamiento más espacio para instalar otros 10 contenedores, que se unirán a los 41 existentes en la actualidad. «Algunos se llenan demasiado, especialmente los del centro de la ciudad; también hemos detectado la necesidad de contenedores en las nuevas zonas de expansión», comenta la coordinadora del proyecto Recuperaciones El Sembrador, Rosa Ortega.

Dos son los camiones que se encargan de retirar el textil -uno propio y otro cedido por el Consorcio Provincial de Medio Ambiente. Lo hacen con una frecuencia de dos o tres veces por semana, que se amplía con los cambios de temporada. En cantidad, la recogida de ropa usada no ha sufrido caída alguna, lo que sí ha mermado ha sido la calidad de la misma, «ahora nos llega más usada, más machacada».

Desde que Cáritas Albacete está en la red Koopera, la ropa usada ya no es seleccionada en su nave del polígono de Campollano. Ahora se realiza en una planta ubicada en Ribarroja (Valencia), hasta donde llega todo el textil de segunda mano del Arco Mediterráneo donde tiene presencia Koopera.

Allí se hace la selección de forma mecánica a través de unas cintas que, con el apoyo de trabajadores, van clasificando el tipo de ropa. Una vez acumulada en sacos de 200 o 250 kilos, estas prendas viajan a cualquier almacén de Koopera, de forma que también se garantiza que cada tienda tenga una selección más variada.

Una vez en la nave que Cáritas tiene en el polígono, la ropa se valora en función de su calidad y de la marca y se deja colgada en perchas a la espera de que desde la tienda de la calle del Tinte se haga el pedido semanal. Es en este paso  es cuando Recuperaciones El Sembrador higieniza la ropa  con ozono en una sala estanca para eliminar todas las bacterias que pudieran llevar.

Para que este proyecto pueda seguir funcionando, la Fundación El Sembrador tiene empleadas a 10 personas con contratos de inserción laboral, cuya temporalidad oscila entre los seis y los 36 meses, dado que el objetivo de estos programas no es tanto la continuidad en el puesto de trabajo sino como la formación y preparación para su incorporación al mercado laboral.

Además, mientras desarrollan su jornada laboral, el insertor realiza un seguimiento a estos trabajadores para que completen su formación con más cursos y aprendan a adquirir habilidades en la búsqueda de empleo.

En Koopera, «el objetivo no es otro que contratar a cuanta más gente mejor», resalta Rosa Ortega, quien se refiere a uno de los problemas más conflictivos que tiene la ropa usada: el destino de la que no es seleccionada para su posterior venta:«Nosotros buscamos un destino ético, la ropa que sobra en España se envía a Chile y Rumanía, donde se están abriendo más tiendas, y la que ya no vale para nada se manda para borra y para trapo industrial».

En definitiva, cero residuos para dar una lección a las mafias de la ropa usada que tanto daño hacen a proyectos como Koopera, cooperativa donde no solo prima la inserción laboral de personas excluidas, sino la idea de convencer a la sociedad de la necesidad de ejercer un consumo transformador, más responsable, más solidario y más respetuoso con el planeta.