Antonio Navarro: «Los sindicatos no hemos sabido dar una respuesta al nuevo modelo productivo»

I. M.
-

«Estuve detenido en numerosas ocasiones tanto antes como después de la democracia»

El Ayuntamiento fue la empresa para la que trabajó e igualmente su escuela sindical. Durante muchos años este delegado de CCOO fue el presidente de su junta personal y le tocó negociar con concejales tanto del PSOE como del PP. Lleva ya dos años jubilado por enfermedad pero Antonio Navarro continúa colaborando con Comisiones y en la última campaña ayudó a Ganemos. Nunca ha estado en el poder, no le gusta aparentar, ni llevar corbata, pero su nombre ‘tiene un peso’ en la izquierda y en el movimiento sindical.

¿Cómo acaba Antonio Navarro en el sindicato Comisiones Obreras?

Al sindicato llegó a través de mi compromiso político. Mi primera militancia política fue con el partido Trabajo de España en 1977, de donde paso al movimiento comunista; una organización en la que sigo militando, aunque ya no somos partido. Es en el seno de este movimiento es en donde surge lo de incorporación de los militantes a las organizaciones de masas y así es como yo caigo en Comisiones. Mi referencia de empresa es el Ayuntamiento de la capital, donde fui y durante muchos años presidente de la junta de personal, además de que ayudé a construir la gran sección sindical que tiene Comisiones.

Se puede decir que fui de la última generación del antifranquismo. Estuve detenido en numerosas ocasiones tanto antes como después de la democracia, y en más de una ocasión también me tocó pasar encerrado las 72 horas que puedes estar antes de pasar a disposición judicial. Una de las últimas veces que estuve así fue el 7 de febrero de 1980. Esta fecha la recuerdo porque siete días más tarde nació mi hija. El motivo de mi detención, junto a un compañero, fue pegar un cartel denunciando el asesinato de Yolanda Ríos por la extrema derecha, tal y como se demostró después.

En Albacete en aquel entonces se nos veía como una organización extremista y la extrema derecha nos tenía como rojos peligrosos, lo cual, no es cierto. Teníamos más voluntad que conocimiento y lo que queríamos es quitar un poco de caspa a la sociedad de Albacete de aquel entonces. De hecho dimos vida a muchos movimientos sociales, a Radio Caracol, a la asamblea de parados y de mujeres o al grupo antimilitarista, el embrión del MOC. Los lazos que entablamos entonces duran hasta ahora.

¿Puede recordarnos cuál ha sido su trayectoria dentro de CCOO?

He estado en la ejecutiva federal, en la regional y en la provincial. Estuve ocho años en la federal, he sido durante 11 años secretario de la federación regional de administraciones públicas y actualmente soy miembro de la ejecutiva regional y provincial.

¿Hay mucha diferencia entre el movimiento sindical actual y el que Antonio Navarro conoció en aquellos años?

Sí, porque para empezar ha cambiado y mucho el modelo capitalista. Ahora vivimos en la llamada globalización en términos de empresas y convivimos con una gran precariedad en el mercado de trabajo. En mis inicios la mayoría de los trabajadores tenían un empleo estable, no existía esa globalización y el sindicato era visto como un instrumento útil, cosa que en estos momentos no se da. Hoy hay una gran crisis dentro del movimiento sindical. Los sindicatos no hemos sabido dar una respuesta al nuevo modulo productivo y ese precisamente es el gran reto que tiene por delante el movimiento sindical de clase actual en este país y en Europa.

¿No sólo ha cambiado el sindicato también lo ha hecho la presión en la calle y la militancia?

Para mí está claro que a partir de 1980 con el tacherismo se instaura lo que se llama un nuevo sentido común que se basa en un individualismo atroz y esto indudablemente ha ido en contra de que la gente entienda que organizadamente y de forma colectiva es cómo puede resolver sus problemas. En mis tiempos había una militancia sindical, es decir, la gente se acercaba y se comprometía. Ahora, por contra, hay una mayor burocratización, algo que he criticado desde siempre porque supone una mayor distancia respecto a su presencia en la empresa. Yo soy de la opinión de Toxo en el sentido de que el sindicato tiene que repensarse, es decir, en el siglo XXI no puede ser el mismo que el del siglo XX y por lo tanto debe acomodar sus estructuras a la nueva realidad. Esto no quiere decir que el sindicato como tal haya perdido su esencia.

Su empresa, no obstante, ha sido el Ayuntamiento. Está jubilado desde hace dos años por enfermedad. ¿Qué tiene que decirnos de su paso por él?

El Ayuntamiento ha sido mi escuela sindical. En los años 80 cuándo pensábamos cómo introducirnos en la sociedad de Albacete éramos conscientes de que o te buscabas un empleo estable y, eso no podía ser de otra manera, que en las administraciones públicas, o te ibas a la empresa privada y allí durábamos dos días. Yo recuerdo a Pena trabajando para Fomento en la grúa del Parque Lineal y que no le dejasen tomar el bocadillo con los trabajadores porque los contaminaba, según la empresa.

¿Hay mucha diferencia a la hora de negociar un convenio colectivo con un político en lugar de con un empresario?

 Yo he negociado convenios con la empresa privada y puede asegurar que la diferencia es abismal. Es decir, en las administraciones públicas te encuentras de todo, desde gente que no quiere problemas y te concede todo hasta gente que está comprometida con lo público. En este sentido debo de reconocer que la persona más seria con la que me he cruzado en toda mi vida de negociador ha sido el concejal socialista, Miguel Muñoz Egea. Aunque en la parte contraria también he tenido a los concejales del PP, Alejandro Baldueza y José Luis Serrallé, y con ellos he mantenido una buena relación sindical, lo cierto es que su sensibilidad política es muy diferente en relación al PSOE en cuanto a despidos o precariedad en el empleo. Ahora mismo hay contratas en el Ayuntamiento que son realmente de juzgado de guardia.

De todas formas ¿considera que los funcionarios son trabajadores privilegiados, o no?

Si miramos las condiciones laborales de los empleados públicos y de los trabajadores de lo privado, desde luego hay un abismo y esto es una realidad. Yo no sé si hablaría de privilegios porque el tener derechos, tener un convenio y un salario digno yo no los veo como un privilegio sino como una aspiración que deberían de tener todos los trabajadores con independencia de que presten sus servicios en una empresa privada y pública. Esa diferencia existe y lo que tenemos que hacer es conseguir la igualdad.

¿Cómo ve, no obstante, el Ayuntamiento actual sin mayorías?

La no existencia de una mayoría activa la política, es decir, obliga a hacer política que es algo a lo que algunos políticos no están acostumbrados. El hecho de que haya que negociar todo exige primero tener voluntad de hacer política y después, tener voluntad de escuchar y de hacer concesiones. Yo he ayudado en la campaña electoral a Ganemos, la experiencia de la izquierda, en mi opinión, más interesante que se ha hecho en Albacete desde la transición y la más importante porque obliga a todos a escuchar y esto es lo más bonito de la confluencia. Confluir no es un acuerdo entre cuatro jefecillos de banda, confluir es poner sobre la mesa las ideas y ver cómo se hacen, y también los desacuerdos.

¿Cómo ve a la izquierda de cara al 20-D?

La izquierda española no tiene remedio. Arrastra una crisis desde hace muchos años y lo que se le presenta ahora, poder hacer una candidatura de confluencia, es una oportunidad única e importante, aunque cada vez hay más siglas en el tablero de la izquierda. En Albacete ya hay conversaciones con varias organizaciones y asociaciones, con Podemos también, con vistas a intentar ir con una candidatura única de la izquierda. Podemos ha sido necesario y ha dado un meneo en la política nacional. No obstante, hasta ahora ha habido dos Podemos, el de las elecciones europeas y el de las municipales y autonómicas, y ahora habrá un tercero.

Podemos tendrá que recolocarse en el tablero político español porque ha aparecido Ciudadanos como una competencia seria y porque uno no puede empeñarse en parece ser de centro cuando la sociedad lo percibe de izquierdas.

¿Navarro se planteó en algún momento ser político?

No aunque en su día me tanteó José Bono y en 1979 Juan de Dios Izquierdo nos ofreció a mí a y a Pena entrar en el PSOE. Evidentemente le dijimos que no porque veníamos de otra cultura. Su contestación no fue otra que la siguiente ‘preferís ser cola de ratón a cola de león’. Con esta frase me he quedado y de hecho estoy escribiendo un libro y si se publica ese va a ser su título.