Los tesoros de Socovos

I.M.
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En la casa de un vecino, José Antonio Martínez, hay expuestos 10.000 fósiles de invertebrados marinos con miles de años

Imagen de la exposición que José Antonio Martínez tiene en su casa de Socovos y que alberga 10.000 piezas. - Foto: J.A.M.

A finales del pasado mes de julio un paleontólogo aficionado de Socovos, José Antonio Martínez Serrano, daba a conocer públicamente el último descubrimiento que había hecho en los más de 30 años que lleva recorriendo su pueblo y alrededores en búsqueda de cualquier indicio que de cuenta de la enorme riqueza prehistórica que hay en esta parte de la sierra.

El descubrimiento no era otro que un fósil de una piña con más de siete mil años de historia, algo ya de por sí significativo, pero que igualmente dejó entrever otros dos hechos igual de importantes. Por un lado, que en el periodo que los científicos llama Mioceno ya había vida en esta provincia, al menos en esta parte de la geografía albacetense, y por otro, que esta piña, de la que ahora sólo queda su impresión en una piedra, se cayó de un árbol que es más bien propio de las Islas Canarias que de Albacete.  

El descubrimiento fue en el paraje que se conoce con el nombre de ‘Los Buñelos’ y, como ya viene siendo una costumbre en José Antonio Martínez, la envió a la Universidad de Murcia, al equipo que dirige concretamente el catedrático de Botánica, Pedro Sánchez, natural también de Socovos, para su verificación. Y allí permanece aunque se barajó con la posibilidad de mandarla al Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

No obstante, esta piña, comenta Serrano, es sólo un ejemplo de los numerosos tesoros prehistóricos que encierra esta población y que nos «ha regalado la naturaleza y el propio devenir de los años». Algunos están a simple vista,  otros, por contra, todavía continúan ocultos.

geología. Es en Socovos en donde uno se va a encontrar con la espina dorsal de la Sierra del Segura, una falla, en la que se han encontrado rocas volcánicas similares a las encontradas en el pitón de Cancarix (Hellín) de entre siete y nueve millones de años, y, aunque hoy por hoy carece de actividad sísmica, pasa justo por dentro del casco urbano.

Esta falla que ha sido objeto de actividades varias en aras a su difusión, recorre, como es conocido, aproximadamente 80 kilómetros desde las proximidades de Cieza hasta Riópar,  y no se descarta que, al menos, a su paso por Socovos, acabe teniendo ruta propia, previamente acondicionada, con visitas guiadas. Quienes hagan estas visitas verán perfectamente su corte y otras zonas en las que trituración de la roca es tan intensa que parece más bien harina de ahí su nombre, ‘harina de falla’. Suficientemente fina como para pulir la superficie de la falla también es la causante de otro fenómeno, el que se conoce, como ‘espejo’, igualmente visible en su recorrido por Socovos. Luego están las fibras minerales que alberga, siendo la «calcita, el cuarzo y el yeso las más frecuentes en esta zona, aunque, no obstante, son otros  óxidos, los de  hierro, debido al intenso color rojo que le dan al plano, los más llamativos», según explican en una guía sobre esta falla, Mario Sánchez Gómez, catedrático de la Universidad de Jaén y natural de Socovos, Luis Alfonso Pérez y Fernando Pérez Valera.

botánica.  Además, a dos kilómetros del pueblo en el paraje conocido como ‘El Pardo-Los Molinos’ (por el uso que se dio a la ribera del Arroyo de Benizar desde hace al menos ocho siglos para la molienda de cereales), está la Peña Bermeja o ‘Peñasco Colorao’; un estrato, describe el catedrático de la Universidad de Murcia, Luis Alfonso Pérez, de más de 10 metros de travertinos calizos del Plioceno y con un interesante registro fósil de vegetación paleotropical. El Plioceno es el periodo de la era Cenozoica que abarca desde el final del Mioceno (hace aproximadamente 5,3 millones de años), hasta principios del Pleistoceno (hace aproximadamente 1,8 millones de años). En él, explica  Pedro Sánchez Gómez, pueden identificarse hojas lauroideas de varias especies, restos de grandes cárices, helechos, palmeras de hoja palmeada similar a Chamaerops y en esta zona, además,  pueden encontrarse varios yacimientos arqueológicos, sobre todo de la edad de Bronce II, con pinturas rupestres esquemáticas y resto de fortificaciones o enterramientos. Se da la circunstancia de que esta descripción se incluyó en el informe que se presentó ante la administración regional para la declaración de esta Peña como Microreserva. La orden de inicio del procedimiento para tal declaración se publicó en el Boletín Oficial de Castilla-La Mancha del 2004, pero esta aún no ha llegado.

reino animal. A los fósiles vegetales y geológicos, hay que añadir, por otra parte, la colección que tiene José Antonio Martínez de fósiles de invertebrados y que, en su opinión, quizás sea una de las más completas que hay en el mundo en este campo. El más joven de los fósiles tiene una edad de cinco millones de años y el más mayor de 500 millones de años. Son 10.000 piezas, siendo los ejemplares del ámbito invertebrado marino los más presentes, en concreto, los gasterópodos. Casi todos  los ha encontrado éste vecino de Socovos pero también cuenta con más de un ejemplar que lo ha obtenido vías intercambio con diferentes coleccionistas tanto españoles como europeos.

 Y dado que no hay un museo específico en donde exponerlos pese a los esfuerzos que este paleontólogo aficionado ha hecho a este respecto, los tiene en su casa y pueden visitarse. El único requisito que quien quiera hacerlo «me avisen de su llegada un par de días antes». Hasta allí, comenta, se han acercado gente procedente de la practica totalidad de la provincias españolas y también, matiza, de otras muchas localizaciones del extranjero, lo mismo que, a la inversa, más de un fósil han viajado desde este punto de Socovos hasta los despachos de científicos y catedráticos de Murcia y de Barcelona, entre otros.  Luego están las visitas que llevan a cabo los alumnos de institutos y de colegio, la última de ella, hace una semana.

Pero la labor de José Antonio Martínez, que desde hace tiempo cuenta con la colaboración de su hijo Alfonso, en pro de sacar a la luz  esta riqueza «enorme y a la vez muy poco conocida» no  se queda en lo anterior. También ha colaborado en catas arqueológicas, como la que tuvo lugar en la fortaleza que rodea al castillo, así como en cuantas investigaciones se han llevado a cabo en la Sierra del Segura, además de ser el fundador de una asociación, la Asociación Cultural de Ciencias Naturales de Socovos, y miembro de la Asociación Paleontológica Murciana.

La asociación de Socovos cuenta en la actualidad con 27 socios, algunos de ellos aficionados al estudio de eras pasadas, pero también hay botánicos, científicos, geólogos y biólogos, entre ellos, los hermanos y catedráticos Sánchez Gómez.