Cataluña, por el delirio hacia el desastre

Antonio Pérez Henares
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El desafío de Mas quiere colocar a su región en la dirección contraria, ya que nadie les expulsa de la UE al ser ellos mismos los que se van

Si la han tenido, mejor que la abandonen. La esperanza, digo, de que el tormento catalán se resolverá en una u otra dirección el domingo. Para nada. Salga lo que salga de las urnas seguiremos embarrados y anclados a esa pesadilla, a ese laberinto de mentiras convertidas en verdades tras haber sido repetidas millones de veces. Porque esta es una de las demostraciones empíricas de que una mentira colosal repetida mil, cien mil, un millón o diez millones de veces si es preciso se convierte en una verdad revelada y asumida como sentimiento colectivo. Y llega un momento en el que la razón, si no se rinde, sí que, harta, saturada ya hasta el hastío, se retira.
Como muchos, el domingo esperaré con preocupación los resultados barruntando que, a partir del mismo lunes, podemos entrar en una deriva que cada vez se me antoja más peligrosa y de la que nada bueno va a salir, que en absoluto es ese idílico panorama que los separatistas, disfrazados de corderos lechales en sus intervenciones en las televisiones, pretenden presentar. Sus hechos intimidatorios, represivos, excluyentes, dicen claramente todo lo contrario. Pero es incluso más y peor que eso. Excepto algunos alucinados, que existen, pues el adoctrinamiento masivo de que este es un camino de rosas hacia una tierra prometida donde ya no es que desaparezca el paro, sino que hasta se curará el cáncer con la imposición de la estelada; esto tiene un inequívoco rumbo de colisión y un resultado catastrófico, pero con destrucción y desplomes personales, familiares, sociales, económicos y vitales que van a marcarnos a todos y no solo en esta generación, sino para futuros imprevisibles. El inaudito disparate que se ha puesto en marcha hasta lograr que una inmensa caldera esté a punto de reventar, y el detonante de inminente y quizás suicida puesta en marcha que están decididos a activar va a tener consecuencias, unas inmediatas, cada vez peores y desastrosas, como conclusiones finales. Advertirlo no es para nada pretender meter el miedo en el cuerpo a nadie. Es que la verdad y la realidad pueden ser ellas mismas pavorosas. Por su propia naturaleza y consecuencia, no porque se advierta que lo sean. Pretender decir que todo es placidez, cielos azules y días de vino y rosas cuando lo que está encima es una tormenta que puede arrasar muchas, muchas cosas es en verdad, lo torticero, lo irresponsable, la mentira más canalla. Porque es engañar a las gentes, a sabiendas y pretender llevarlas así por una senda que tantos avisan que conduce únicamente a un despeñadero. Aunque es cierto que haya quienes despeñarse les da lo mismo con tal de conseguir sus propósitos.
 Pero, quizás, la mejor prueba de que hasta estos últimos, a pesar de la fiebre que alcanza con sus delirios secesionistas, comprenden que la situación puede ser desastrosa y, en absoluto, como predican es ese último con el que se ha cerrado esta delirante campaña. Y ello no es otro que la conclusión final del separatismo de pretender desgajarse de España, romper el Estado, independizarse pero... pretender a continuación y sin solución de continuidad seguir siendo españoles, con nacionalidad española, con derechos, pensiones y, me imagino, que voto en España. Es algo tan irreal, tan absurdo, es tal la mamarrachada que casi carece de respuesta. Quiero la independencia, la separación de España, dejar de ser español, pero al mismo tiempo exijo seguir siéndolo. ¿Cabe en alguna cabeza? ¿Tienen el más mínimo sentido? 
 Que Rajoy fuera torpísimo en su respuesta no significa que la cuestión no sea, en si misma, una absurda mamarrachada. Me independizo de España, pero quiero seguir siendo español y así, como no dejo de ser español, pero sin serlo, me mantengo en Europa. ¿Como parte de España que es por lo que ahora es parte de la Unión Europea? ¡No! Como Cataluña. Alucinante.
Acudir al amparo de la Constitución Española para defender el estrambote es otro esperpento parecido. El articulo que se ocupa de la nacionalidad es el 11, pero es el 2 el que establece la unidad indisoluble de la Nación española, donde no cabe pues que un territorio se proclame independiente. Si vale el 2 sirve el 11, pero uno no puede aplicarse si el anterior se viola. Ciertamente el grado de estupidez supina y de confusión mentirosa al que se está llegando me supera. No puedo más con tanta gilipollez. Perdóneme. Es la primera vez que utilizo en un escrito una palabra tan gruesa, pero no cabe otra. 
Gilipollez total y todos discutiendo de ella, lo que ya resulta elevarla encima al cuadrado. Pero tranquilos que todo es susceptible de empeorar y esa pesadilla tiene toda la pinta de que va a elevarse a la potencia.