Del negro al verde

I.M.
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El ecosistema que ardió en Yeste en 1994, dos décadas después está totalmente recuperado; Hellín tendrá que esperar entre 15 y 25 años para que el paisaje vuelva a ser lo que fue antes del 1 de julio del 2012

En algunas zonas que se quemaron en Hellín, meses después del fuego la naturaleza empezó a resurgir de las cenizas. . - Foto: D.M.

La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) cerrará su presente edición de cursos de verano con uno en el que se analizará la gestión y la restauración de áreas afectadas por incendios forestales y que tendrá lugar en Hellín. A celebrarse durante dos días seguidos de la primera semana de septiembre, la elección del lugar no es casual, pues fue en este municipio dónde se vivió el mayor incendio forestal que se registró el pasado año, ya no sólo en la provincia, sino en la región manchega, arrasando una superficie total de 5.367 hectáreas. Hay que remontarse, no obstante, 18 años atrás, para que aparezca en escena otro incendio de grandes dimensiones en la provincia, el de Yeste, donde ardieron a principios del mes de agosto de 1994 más de 14.000 hectáreas; una cifra que sigue situándole como el peor de este tipo de siniestros en la historia albacetense.

A semanas de que se cumpla su 19 aniversario, hoy por hoy quien se pase por Yeste -dónde se quemaron 11.685 hectáreas de monte bajo, 1.210 de arbolado y 1.330 de forestal-, verá un ecosistema prácticamente recuperado en su totalidad, con una salvedad: los árboles que ardieron tenían entre 80 y 90 años, y mucho bosque del que puebla ahora este paisaje de la Sierra de Alcaraz no llega a las dos décadas. Pero, ¿qué ha sido necesario para que lo que era negro hoy sea verde? Pues, por un lado, la mano del hombre, siguiéndose a este respecto el protocolo que está en vigor, y que hay que seguir sea el incendio de tamaño grande o pequeño, y por otro, la mano de la propia naturaleza.

El punto de partida del trabajo humano son los mapas a fin de ver no sólo cuáles son las zonas más afectadas, sino también dentro de éstas cuáles tienen un mayor riesgo y por lo tanto en ellas puede producirse el impacto más negativo, es decir, que haya pérdida de suelo cuando lleguen las lluvias. Generalmente éstas coinciden con las de mayor pendiente, las que tienen una posición solana, las que miran, por expresarlo de alguna forma, hacia el sur, y se han quedado sin ninguna cobertura vegetal al ser la intensidad del incendio en esta zona, alta.

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