El empeño vital de Samuel de los Santos

Maite Martínez Blanco
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El Museo de Albacete, de cuya inauguración se cumplen ahora 40 años, se hizo realidad gracias a la perseverancia de este arqueólogo que se vinculó a la ciudad por amor

Dos hombres y un museo. Hablamos del Museo de Albacete, el del Parque, que en un mes celebrará que hace 40 años del trazo de lápiz del arquitecto Antonio Escario cuajó un edificio único con el que, al fin, Samuel de los Santos materializó un empeño vital, que Albacete tuviera un moderno museo. «Sin lugar a dudas, fue su gran obra, su lucha, su querencia», admite sin ambages Rubí Sanz, que le sucedió en la dirección tras su prematura muerte.

La mañana del 11 de noviembre de 1978, la reina Sofía no dudó en subirse a un Mystére y aterrizar en la base de Los Llanos. La ocasión lo merecía, en provincias, Albacete, estrenaba museo. El gobernador civil del momento, Juan José Barco, el ministro de Cultura, Pio Cabanillas, y otras autoridades civiles y militares, formaban el séquito que la iba a acompañar hasta el entonces Parque de los Mártires cuyo añorado estanque había dejado paso a un edificio orgánico que ofrecía digna casa a la colección arqueológica que se venía conformando desde el siglo XIX. 

Samuel de los Santos había luchado dos décadas para que las más de 5.000 piezas que se tenían inventariadas dejaran de estar repartidas entre las exiguas e impropias instalaciones de la antigua Casa de la Cultura y el Palacio de la Diputación, y pudieran ser custodiadas y exhibidas en un edificio acorde con las nuevas corrientes museísticas de las que se empapaba comprando todas y cada una de las nuevas publicaciones del Consejo Internacional de Museos (ICOM). El camino no fue sencillo, ni mucho menos. Veinte años tardó en fructificar la idea de buscar acomodo a estos tesoros arqueológicos.