La clase de Moral fue un rayo de luz

PEDRO J. GARCÍA
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El de Los Palacios brilló en el toreo al natural en una tarde plomiza y abrió la puerta grande en un festejo en el que también destacó la raza de Serrano

La Feria Taurina arrancó con un cielo nublado, plomizo, que incluso dejó una fina lluvia en los dos últimos toros del festejo. Si la plaza de toros tuvo luz artificial desde antes del inicio del festejo, en el ruedo se colaron dos rayos de luz entre el nublado cielo. El primero, y más intenso, fue el de la clase de Pepe Moral, torero sevillano de Los Palacios, que destacó en el toreo al natural ante sus dos enemigos, cortando una oreja a cada uno de ellos y logrando la primera puerta grande del serial albacetense. El otro rayo llegó con la raza de Sergio Serrano, un diestro que apenas se viste de luces y ayer lo hizo para afrontar un puerto de alta montaña como fue la corrida de Miura. Una oreja paseó el paisano, que lució un terno caña y oro, ese que tantas tardes vistió el maestro Dámaso González, siempre añorado y recordado. Octavio Chacón, con el peor lote del encierro, poco más que su oficio pudo alumbrar en un festejo que comenzó con un minuto de silencio en memoria de Fernando Mora, torilero de la plaza de toros durante muchos años, y que contó, por primera vez en un festejo de la Feria, con una mujer en el palco, Genoveva Armero.

Primera puerta grande. La suerte es un factor determinante en todos los campos y el taurino no es ajeno. Ayer, en el sorteo le acompañó a Pepe Moral, diestro sevillano que se llevó el mejor lote de un encierro muy bien presentado, interesante y variado en el juego, desde los mansos que le correspondieron a Chacón hasta los más manejables que pasaron por las manos de Moral, pasando por el complicado sexto que cerró el festejo. Pero la suerte por sí sola no es suficiente para el triunfo; ayuda, pero son precisos más condimentos y ahí apareció la clase del diestro de Los Palacios y una primorosa mano izquierda, sobre todo ante su primer enemigo, al que le cimentó la faena en el toreo al natural, con gusto y calado, muy encajado el diestro, quien de aperitivo ya dejó unos buenos lances de recibo a la verónica, rematados con una lucida media. Lo vio claro el diestro, que se fue a brindar al público, y comenzó su labor sobre la mano derecha, pero al segundo muletazo el toro se coló y el torero decidió cambiar de mano, a la izquierda, esa que tan bien maneja Moral, como dejó patente en su labor. Las series al natural se sucedieron, a más en temple y ligazón, con calado en la parte central de su faena. Hasta que volvió a la derecha, donde el toro fue más de lo mismo que se vio al inicio, pero cuando volvió al toreo al natural ya no fue lo mismo, aunque quedaban en la retina buenos pasajes, a los que ayudó una estocada desprendida que hizo rodar rápido al toro para que aflorasen los pañuelos en los tendidos y cobrase la primera oreja de la Feria y de su cuenta particular. 

El segundo de su lote, al que Pepe Moral recibió con una larga cambiada, no tuvo la misma fijeza en el capote y no se empleó ni en el caballo ni en banderillas. No era el mejor panorama para el diestro sevillano, pero en la muleta, a un astado manejable y noble le realizó una faena con poco calado sobre el pitón derecho, pero con más contenido en el toreo al natural, nuevamente, aunque sin la intensidad lograda en la anterior faena. Una estocada caída y muy efectiva sirvió para calentar a los tendidos en la petición de una oreja que fue concedida y que le sirvió al diestro para sumar dos y para abrir por primera vez la puerta grande en la presente Feria Taurina.

Con la miel en los labios. Sergio Serrano fue el otro diestro que paseó un trofeo en el festejo de ayer, pero se quedó con la miel en los labios para saborear también la puerta grande, porque la petición de oreja tras la muerte del sexto no fue atendida por un palco al que habrá que pedirle la misma exigencia cuando desfilen por el coso albacetense El Juli, Roca Rey, Talavante..., ya que parece que es más fácil hacerlo con un diestro de la tierra que apenas se viste de luces.

Esa es la realidad de Sergio Serrano, que apenas torea, casi de año en año, y eso se nota, aunque el albacetense suple esa falta de festejos con la raza propia de quien ama esta profesión. Ayer volvió a dar una muestra de ello y, para dejar claras sus intenciones desde el principio, tras escuchar una ovación del respetable antes de que saltase el tercero de la tarde al ruedo, se fue a recibirlo a portagayola, esa suerte que siempre pensé que da poco y puede quitar mucho, aunque Serrano, al menos, dejó patente su actitud. Y después también mostró su aptitud ante un toro que en los primeros pasajes de faena se le coló por el pitón derecho, por lo que se echó la muleta a la mano izquierda y entonces llegaron los mejores pasajes de la faena del albacetense, bajando el tono cuando volvió sobre el pitón derecho, aunque pudo levantar la faena con los naturales finales, de mano más baja y templados. Acariciaba una oreja, pero faltaba rematar, y se volcó sobre el astado al ejecutar la suerte suprema, de la que salió prendido, pero sin consecuencias. Y paseó una oreja.

El sexto, al que enganchó bien Paco Plazas en un buen puyazo y la cuadrilla brilló en banderillas, planteó más complicaciones a un diestro que volvió a estar entregado, pero sin lograr que su faena consiguiera la conjunción precisa, con más firmeza en los naturales finales. 

La cruz de la tarde fue para Octavio Chacón, a quien le correspondió en suerte el peor lote, pitado en el arrastre, con toros mansos y con peligro, ante los que tuvo que sacar a relucir todo su oficio, lo que le valió para escuchar sendas ovaciones tras despachar a los de Miura, con menos fortuna ante el cuarto, ya que tras tres pinchazos cobró la media estocada final.