Una réplica de 25 toneladas

maite martínez
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Un cantero reproduce el monumento de Pozo Moro hallado por dos labriegos chinchillanos y que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional

Casi medio siglo hace, 46 años para más señas, que un aparcero y un tractorista se tropezaron con los restos de un monumento funerario al arar un majano localizado a unos 14 kilómetros de Chinchilla. Este hallazgo casual abrió las puertas de la necrópolis ibérica de Pozo Moro, gracias en buena medida a la sensibilidad del propietario de las tierras, el médico Carlos Daudén Sala, quien puso en conocimiento de las autoridades competentes la aparición de estos restos. En 1971 se iniciaba la excavación oficial.

Piedra a piedra el monumento ibero más antiguo y el mejor conservado, fue trasladado al Museo Arqueológico Nacional, donde se reconstruyó para su custodia y disfrute. Su descubrimiento sirvió para profundizar en el origen del arte ibérico y comprobar, por ejemplo, su inspiración del próximo Oriente. Otras esculturas del arte ibero emblemáticas, como la Bicha de Balazote o las esfinges gemelas de El Salobral, podrían formar parte también de monumentos funerarios similares a este de Pozo Moro, son monumentos con forma de torre de los que apenas se conservan una treintena.

Ahora los chinchillanos pronto tendrán su propio monumento de Pozo Moro gracias al trabajo que están realizando diez alumnos de un taller de la Universidad Popular de la mano del cantero Francisco Carrión y al especial empeño que le ha puesto este artesano, «aquí no hay horas de trabajo, aquí lo que hay es mucho amor al arte». Cada sábado, en el Patio de las Tercias, los aprendices de cantero se afanan en dar forma a piedras areniscas y adentrarse en las técnicas del bajorrelieve y los grabados. Trabajan sobre sillares del propio Chinchilla, piedras procedentes de demoliciones que están siendo reutilizadas, pero también esculpen otras areniscas que provienen de una cantera de Caravaca de la Cruz (Murcia) que les ha donado 12 toneladas de material para este singular trabajo.

Empezaron allá por octubre del año pasado y quieren que en unos meses la réplica esté acabada. El monumento tiene forma de torre y entre sus elementos más característicos están los relieves que ornamentan las esquinas y las figuras de ocho leones. Hasta el momento han tallado tres leones, otros tres están avanzados y quedarían dos más por iniciar. «Una de las complicaciones es que los leones están adosados al sepulcro, es como un rompecabezas que hay que montar», explica el cantero que ha contado con el apoyo del Museo Arqueológico Nacional para hacer esta réplica que pretenden sea lo más fiel posible al creado por los iberos hace 2.500 millones de años, «nos han enviado documentación, información sobre las medidas exactas del monumento original y fotografías».

Se estima que este monumento fue la tumba real de un príncipe cuyo cuerpo se incinero en el lugar, pues en las excavaciones se encontraron restos del ajuar formado por piezas griegas.

Una cuestión que está aún por resolver es la ubicación que tendrá esta copia. Se barajan un par de localizaciones posibles, pero todavía no se ha tomado la decisión, «sí que el Ayuntamiento de Chinchilla quiere que sea un lugar donde los vecinos y quienes nos visitan puedan llegar con facilidad». El monumento tiene su envergadura, mide cinco metros de alto, tiene otros cuatro metros de base y un peso de 25 toneladas de piedra, ahí es nada. El trabajo de escultura es lo más artesano posible, «es todo manual, trabajamos con martillo y cincel, solo usamos el martillo neumático de aire comprimido para desbastar al principio la piedra, pero el 90% del trabajo se hace totalmente a mano», subraya Carrión, que no alcanza a imaginar cómo hicieron este trabajo los íberos en el siglo VI antes de Cristo con tan escasas herramientas.