En tres semanas el Albacete ya suma 6.500 abonados para la próxima temporada en Segunda División, todo un logro si se tiene en cuenta el largo desierto que ha debido atravesar en una decadencia que le condujo a la Segunda B más otros tres años de permanencia en la categoría de bronce.

El ascenso ha supuesto, desde luego, un acicate enorme para que la entidad haya recuperado una gran parte del apoyo social que tuvo en su día. Ahora vuelve a mirar de tú a tú a otros clubes con los que compartió categoría no hace tanto (Primera o Segunda), y habida cuenta de los datos disponibles -aún escasos por el reciente comienzo de campaña de muchos de ellos-, el Alba presenta unas cifras similares a muchos de ellos, si no superiores.

Así las cosas, si se excluye al Real Betis, con un alto suelo de apoyo de su peculiar masa social, el resto de entidades pelearán por arañar un buen número de abonados para apuntalar unos ingresos que rieguen su penosa tesorería que amenaza, en algunos casos, su salida a la competición de una Liga de Fútbol Profesional cuya exigencia en materia económica busca un mínimo de solvencia en los participantes.

De este modo, el Albacete compite con clubes de la tradición de la UDLas Palmas, Valladolid -recién descendido-, Rácing e incluso el Osasuna, cuya enorme deuda hace albergar serias dudas sobre su viabilidad inmediata, lo mismo que le ocurre a otras entidades históricas como el Zaragoza o el Real Murcia.

El Albacete, en definitiva, recoge los frutos de su excelente campaña que le devolvió a la categoría de plata del fútbol español, y todavía tiene muchas semanas por delante para que el goteo de nuevos abonados le sitúe en una buena posición de salida que le consolide en Segunda División.