«El fracaso ha sido olvidar el parque de viviendas y sólo hacer obra nueva»

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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El albaceteño Esteban Belmonte ha sido respaldado como vicepresidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España

Esteban Belmonte, decano de los arquitectos en la región - Foto: RUBÉN SERRALLÉ

Esteban Belmonte Martínez (Albacete, 1950) ha sido respaldado como vicepresidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, dirigido en esta nueva etapa (2014-2017) por Jordi Ludevid i Anglada. Decano a su vez del Colegio de Castilla-La Mancha, este profesional albacetense reivindica la vigencia de una arquitectura con compromiso social.

¿Qué supone su elección?

Conlleva asumir responsabilidades, pero es un honor ver que los compañeros se acuerden de ti.

Háganos una radiografía de la profesión en estos momentos.

Está en un momento muy difícil, fiel reflejo de la situación del país. Hablamos mucho de la burbuja inmobiliaria y de que la construcción está mal, pero ¿cómo está la industria y el comercio?, hasta la agricultura está mal, solo se salva el turismo. Lo que está mal es el país, y sí hay un clima mundial que no es el más adecuado pero hay unos componentes internos que no hay que olvidar. Estamos en un momento social en que se está perdiendo el rigor y la exigencia; se pretende disfrazar todo apostando por la desregulación, pero eso es un error tremendo, un fraude social, porque sólo se benefician cuatro.

¿Habla del liberalismo?

La libertad está muy bien, pero cuando más liberalizas, más controles hacen falta. Si en este país hubiera habido controles no habríamos tenido los problemas que hemos tenido en administración, partidos políticos y sindicatos y no habríamos vivido el caos bancario y financiero, porque lo que realmente ha ocurrido aquí es una burbuja económica: facilitar indiscriminadamente préstamos a todo el mundo ha llevado a que se hagan verdaderos disparates. Liberalizar sí, pero con controles rigurosos. La desregulación conduce al caos. Hay que empezar a echar marcha atrás, pero se hace sin acabar de corregir los problemas y eso es preocupante.

¿Se sienten mártires?, ¿creen que todas las culpas han recaído sobre la burbuja inmobiliaria?

El ladrillo ha tenido una culpa importante porque se ha abusado una barbaridad. Pero nadie habla de las burbujas de los aeropuertos, ¿cuántos se han construido que están sin utilizar?. O de la burbuja de las autopistas, se han hecho kilómetros y ahora están en quiebra técnica. O la burbuja del AVE, ¿cuántos kilómetros hay que son insostenibles en términos económicos y nadie habla de ellos? La burbuja inmobiliaria parece que está más próxima, mucha gente compró un piso para darle el pase y ganarse un dinero y parece que ha sido más generalizada, pero lo demás también está generalizado. Un poco víctimas sí [que nos sentimos]. Como arquitectos, si nos encargan un trabajo, hacemos el proyecto y la dirección de obra, pero no tenemos ningún poder de decisión para decir ‘ésto hay que pararlo porque es una barbaridad’.

Ahora se habla mucho de la importancia de rehabilitar, pero estos años de bonanza nadie lo hacía y todo el énfasis se ha puesto en construir ciudad nueva.

Los arquitectos siempre lo hemos dicho, quizás porque teníamos una visión a medio camino entre lo humanístico y lo técnico. El fracaso de las políticas de crecimiento de las ciudades ha estado en no tener en cuenta que había que cuidar el parque inmobiliario de muchos millones de viviendas existentes y olvidándose de él se ha ido a un crecimiento absolutamente insostenible de unifamiliares, que supone unos costes de urbanización y mantenimiento posterior tremendos.

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