Trump pierde la Cámara Baja pero amplía poder en el Senado

SPC
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Las legislativas profundizan la división en el país y dejan un Congreso fracturado, con un Hemiciclo en manos de los demócratas y otro bajo un control reforzado de los republicanos

Con una Cámara del Congreso en manos de cada partido, las elecciones legislativas en EEUU celebradas el pasado martes apuntaron a una profundización de las divisiones que espoleó el ascenso al poder del presidente, Donald Trump, que ha contribuido a ahondar esa brecha con su estilo de Gobierno.

Trump convirtió los comicios de medio mandato en un referéndum sobre su Presidencia, pidiendo a su base que imaginara que estaba votando por él, y el resultado de ese plebiscito fue aparentemente contradictorio: los republicanos mantuvieron el control -e, incluso, lo ampliaron- del Senado, pero los demócratas tomaron las riendas de la Cámara de Representantes, hasta entonces en poder de los conservadores.

«Un tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!», fue la reacción del inquilino de la Casa Blanca, que dio por bueno el resultado. No en vano, el pasado fin de semana confesó que su prioridad era retener la Cámara Alta, que considera clave para impulsar sus prioridades legislativas y sacar adelante a los nominados para su Ejecutivo y para puestos judiciales, que solo requieren la aprobación de esa bancada.

Cumplir ese objetivo -con pequeños bonus, como la victoria en la gobernación de Florida de su aliado Ron DeSantis- pareció satisfacer a Trump, pero la nueva mayoría demócrata en la Cámara de Representantes supone una notable barrera a su programa político que promete darle muchos dolores de cabeza.

El resultado de los comicios fue, en parte, un mero reflejo de dinámicas geográficas: los escaños clave en la Cámara Baja se disputaban en zonas suburbanas donde Trump es impopular, mientras que la mayoría de los 35 asientos en juego en el Senado se jugaban en áreas rurales que el presidente ganó hace hoy dos años.