«El fenómeno yihadista no es nuevo, ha existido toda la vida y, además, se combate torpemente»

S.L.H. / Toledo
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"El ser humano no puede ser profesionalmente una víctima, tiene que superar ese estadio. Alejandro Ruiz-Huerta es el ejemplo de un persona que no tiene rencor ni odio"

¿Qué significa para usted recoger el premio ‘Abogados de Atocha’ otorgado por el sindicato Comisiones Obreras?

Viví muy directamente el día del asesinato y el día siguiente y la satisfacción de que unas personas a las que ni conocía se hayan reunido y hayan decidido entregármelo a mí es muy satisfactorio.

¿Qué estaba haciendo el 24 de enero de 1977, el día de la matanza de Atocha?

Recuerdo perfectamente que me llamó un redactor de El País diciéndome que se había cometido el asesinato por la noche. Dudé dónde se iba a hacer el velatorio porque no había precedentes de un suceso así. Entonces el decano del Colegio de Abogados, Pedrol Rius aceptó que se hiciese en las dependencias del Tribunal Supremo. Allí se velaron los cadáveres. Hicimos turnos y la verdad es que fue un momento de mucha tensión e incertidumbre porque no se sabía muy bien a qué respondía aquéllo. El franquismo había enviado señales de que quería evolucionar hacia una salida y, de repente, un grupo, que siempre los hay, decidió seguir con las eternas tácticas de los fascistas, el asesinato y la eliminación del disidente. Afortunadamente, aquello se superó. Creo que influyó bastante en la transición. Soy muy crítico con la transición, otros opinan que fue un modelo pero eso lo tendrán que dilucidar las generaciones futuras pero el asesinato de los abogados laboralistas fue muy determinante en la evolución de los acontecimientos posteriores.

¿Este trágico suceso provocó un cambio en la historia de España?

El sector franquista más aperturista que, según se cuenta, se hizo el harakiri en la famosa votación de la reforma política, no estaba por esos métodos. Eran los nostálgicos del franquismo duro, los herederos de lo que es la esencia del franquismo, los autores de la matanza. Recordemos que Franco se despide de este mundo el 27 de septiembre con cinco ejecuciones en Consejo de Guerra sumarísimos. Así empezó la Guerra Civil, con consejos de guerra sumarísimos y 40 años después Franco la termina igual. Y luego había gente que pensaba que Franco había evolucionado... yo me remito a los hechos.

¿Alejandro Ruiz-Huerta, actualmente es el único superviviente de la matanza de Atocha, es historia viva de España?

Por supuesto. Alejandro es una persona que sirve de referencia, sobre todo, para demostrar lo que se llama la ‘vampirización de las víctimas’. Estas asociaciones de víctimas que vampirizan, que solo piensan en la venganza. Hay que decirlo claramente, y sé que me van a atacar, pero hacen de su profesión ser víctimas, lo cual es una aberración porque el ser humano no puede ser profesionalmente una víctima, tiene que superar ese estadio. Alejandro es el ejemplo de una persona que no tiene el más mínimo rencor, ni odio y cuenta las cosas con una naturalidad y con una nostalgia y un sentimiento lógicos.

Una vez que falte Alejandro, ¿lo ocurrido aquel 24 de enero de 1977 podría caer en el olvido?

Quedará siempre en el recuerdo. La historia tiene unos derroteros imprevisibles, pero creo que siempre serán recordados porque, además, murieron por defender las causas de las personas más desvalidas. Lo he dicho siempre, muchos de ellos eran magníficos profesionales que, si hubieran querido, hubieran podido forrarse de dinero en cualquier despacho y estaban jugándose su vida y ayudando a esta gente. Eso es admirable.

¿En la actualidad, podría repetirse un hecho así?

La vida nos demuestra, por desgracia, que siempre hay personas que su único objetivo es destruir aquello que odian. La humanidad ha caminado sobre la base de tratar de combatir ese odio con la razón, la ilustración y la discusión, pero hay personas, siempre las ha habido, que carentes de toda capacidad dialéctica y de razonamiento, deciden suprimir al enemigo de forma drástica utilizando el asesinato o la tortura.

Entonces, ese odio y falta de razonamiento del que habla, ¿forma parte de nuestra naturaleza humana?

Me temo que la historia, en ese aspecto, es bastante recalcitrante y tenemos ejemplos muy lamentables como, por ejemplo, la reacción norteamericana frente al 11-S, con unas leyes verdaderamente terroríficas o la legalización de la tortura en Estados Unidos. Los tribunales norteamericanos han legalizado la tortura, siempre que se practique delante de médicos especialistas para saber si se asfixia o no al preso. Son una gente muy adecuada. Pero nosotros tampoco podemos presumir. Tenemos el manual del perfecto inquisidor. Somos los inventores de la Inquisición. Se sigue torturando, el discurso del odio... Ahora tenemos lo que se llama del fenómeno yihadista, que no es una cosa nueva, ha existido toda la vida, recordemos a los anarquistas del siglo XIX, etc. Es un fenómeno que desgraciadamente se viene repitiendo en la historia y, además, se combate torpemente, porque se convierte a todo su género en enemigo cuando precisamente las víctimas son ellos. En Irak mueren a diario 50 ó 60 personas. Hemos tenido el asesinato de Charlie Hebdo, o lo sucedido en Dinamarca y Bélgica. Son, afortunadamente, sucesos aislados pero en los países donde se dice que está el origen del yihadismo mueren cientos o miles de personas.

¿La matanza de Atocha tiene cierta similitud con lo que pasó en el semanario Charlie Hebdo?

El atentando de Charlie Hebdo es una muestra más de la intolerancia más absoluta. Para mí no fue un tema de religión, sino más bien de choque de culturas. Aquí se rieron mucho del presidente Zapatero cuando propuso la Alianza de Civilizaciones, y ahora, incluso Obama la ha retomado. Es un camino más difícil, menos espectacular... Además la violencia crea el gran negocio de la seguridad. En términos de Producto Interior Bruto la seguridad, después del armamento y la droga, debe estar en el tercer o cuarto lugar de la rentabilidad económica y hay mucha gente que le interesa fomentar esto. Solo hay que ver la cantidad de seguridad privada que hay en este país y no somos los que más. Son miles y miles de puestos de trabajo.

¿Qué opina del pacto de estado contra el yihadismo firmado entre PP y PSOE?

De pactos de lucha estoy muy cansado. Soy muy mayor y ya he visto muchos. Parece además una pretensión. Siempre me recuerda el chiste de los vascos: «Van a misa y uno le dice al otro, no entra tú a ver qué dice el cura. Y cuando sale le pregunta qué ha dicho: «Ha hablado del pecado y dice que no es partidario». Pues mire usted, ninguno somos partidarios del yihadismo pero me parece que lo de los pactos es una sobreactuación ridícula, que solo intenta engañar a la opinión pública. Es más, se da la paradoja de que integrarse en una banda armada yihadista en Libia o Siria y volver a España son cinco años, pero integrarse en ETA en el País Vasco son diez años.

¿Cuál es su opinión de la prisión permanente revisable?

Es una contradicción de términos porque lo permanente no se puede revisar. Dicen que es porque otros países de cultura democrática la tienen. La tienen pero no con las condiciones que se han impuesto aquí. Un preso normal y corriente cuando entra en la cárcel sabe que, si se comporta bien, puede progresar de grado y, al cabo de un plazo más o menos corto, tendrá posibilidad de revisión. Aquí tiene 12, 15 ó 18 años en los que ya puede comportarse como San Francisco de Asís o la Madre Teresa de Calcuta que no va a progresar de grado, lo cual, es una estupidez porque además crea una tensión innecesaria en las cárceles que a los funcionarios de prisiones no les interesa tener a un preso sin horizonte. Además, es una crueldad. Las personas deben saber cuál es su horizonte penitenciario. He cometido un hecho grave, tengo que pagarlo pero sé que al cabo de cierto tiempo, si corrijo mi conducta, tengo posibilidades de progresar, pero no.

¿Y es partidario de endurecer las penas de prisión?

Para penas los tormentos de la Inquisición, la horca, la silla eléctrica o la guillotina. Me parece ridículo. El derecho penal tiene que actuar como la medicina. El Derecho penal es una medicina preventiva. Primero se ha de dar asistencia médica, luego medicina general y ya cuando falla todo, hay que acudir a la cirugía. Aquí se hace al revés. Se acude primero la cirugía, primero se corta el brazo.

¿Le gusta actualmente como es España?

Desgraciadamente no y es muy triste. En la época del franquismo viajaba mucho y la España del franquismo no me gustaba nada. Pensaba que a lo mejor por mis actividades tendría que exiliarme. Mi ciudad favorita era París, no por Ingrid Bergman (se ríe), sino por muchas cosas. Y ahora tengo la misma sensación, pero me he quedado muy tranquilo porque el otro día Caballero Bonal dijo que si no tuviese 88 años se iría de este país.

¿Si Caballero Bonal fuera más joven?

Si no tuviese 88 años. Joven es (se ríe).

¿Qué cambiaría de España para querer vivir aquí?

Una cosa muy sencilla. Una derecha europea. Me conformaría con tener a la señora Merkel y al señor Sarkozy como derecha en este país. Con eso me quedaría satisfecho.    Incluso estoy cogiendo cariño a la señora Merkel. En Alemania no se puede desahuciar a una persona que no tenga piso.

¿Le gustaría entonces una España germanizada?

No, no. Me gusta España como es, pero con una derecha tipo Sarkozy o Merkel o tipo la derecha escandinava. En definitiva, ilustrada.

¿Qué opina de la llamada Ley Mordaza propuesta por el Gobierno central?

Es un intento ya descarado de penalizar. El siguiente paso será meterlo dentro de la Ley Antiyihadista. Un señor que proteste porque su salario es bajo puede ser un yihadista en potencia. Es una limitación drástica de los derechos fundamentales de las personas. Es un retroceso más por el contenido en sí, por el mensaje que se envía. Cuando estudiaba Derecho, hace muchos años, el atentado era poner las manos en la autoridad. Es decir, si le arrancabas un botón de la guerrera era atentado. Ahora poner las manos en un robot de esos que aparecen en primera fila con chaleco antibalas, casco y todo, también es un atentado.

¿Le gusta el fútbol?

Mucho. Soy del Atlético de Madrid.

¿Qué opina de los cánticos machistas que se han oído en el campo del Betis? ¿Habría que controlar más este tipo de manifestaciones en un campo de fútbol por lo mediático, precisamente, que es este deporte en nuestro país?

Es preocupante porque es una degeneración expresada masiva y colectivamente y, la verdad, que es para reflexionar. Son cánticos intolerables que habría que frenar. Es fácil identificarlos con las cámaras que hay en el campo y no dejarles entrar en un partido de fútbol. Habría que someterlos a un curso educativo y terapia de grupo. El otro día me hizo reflexionar muchísimo un partido que vi entre un equipo ucraniano y otro italiano. Se jugaba en Ucrania. El estadio lleno a rebosar, la gente disfrutando del partido y a cien kilómetros bombardeándose los unos a los otros. Es para pensar.