La saca de la madera prosigue un año después del incendio

Maite Martínez Blanco
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La restauración de las 3.200 hectáreas se centró en sacar los pinos quemados y sujetar el suelo, pero la nieve y las tormentas han complicado la labor

Las chicharras son la única banda sonora que rompen el silencio en el monte quemado. Francisco, un camionero recién aterrizado de Galicia, remonta la pendiente al volante de un inmenso tractor dispuesto a cargar los pinos quemados hace un año. «Soy gallego, ¡carallo!», proclama, «en Galicia no hay trabajo para tanto maquinista como estamos y aquí en Albacete hay poca gente que sepa llevar estas grúas».

Que operarios gallegos hayan sido requeridos para estos trabajos profesionales es una muestra más de la pérdida de peso del sector forestal en la provincia. La madera hace tiempo que dejó de ser negocio. El plástico y el cartón le ganaron la partida a las cajones de pino y el monte se abandonó. El bosque se extendió por doquier y quedó más expuesto a grandes incendios, al no haber discontinuidades que frenasen el avance de las llamas.

Los agentes forestales vigilan el monte devastado y la saca de la madera que ardió el verano pasado. «Son trabajos poco apetecibles, pero ya sufrimos bastante durante la extinción y la restauración hay que hacerla», acierta a decir uno de los cuatro agentes que supervisa la llegada de las grandes máquinas. La chispa prendió el 27 de julio por una negligencia de la que poco, mejor dicho nada, se ha sabido. Hasta el 9 de agosto no se dio por extinguido este virulento incendio que arrasó 3.217 hectáreas de Yeste y Molinicos.