Nadie quiere lanzar las campanas al vuelo, normal en una competición tan complicada en la que la situación de unos y otros puede cambiar de la noche a la mañana con una racha de cuatro o cinco resultados consecutivos positivos o negativos. Por eso, la posición que el Albacete ocupa en la tabla invita al optimismo, pero en ningún momento se pueden bajar los brazos o relajarse porque aquí cualquiera te pinta la cara y en un abrir y cerrar de ojos, lo que es una situación privilegiada se convierte en una delicada.
Pero lo que nadie duda es en el compromiso de una plantilla que está ofreciendo una temporada que no se veía en años, sobre todo en Segunda División, donde los precedentes hablan de un Albacete siempre bregando para evitar el descenso, con dos caídas en la última década.
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