Buzos y perros rastrean el Júcar sin éxito en busca del anciano

Maite Martínez Blanco
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El dispositivo de búsqueda, formado por unas 40 personas entre vecinos, voluntarios y efectivos de Guardia Civil y bomberos, rastrearon 12 kilómetros del río y de la ribera

Especialistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas rastrearon ayer 12 kilómetros del río Júcar en busca del anciano. - Foto: Rubén Serrallé

Francisco seguía ayer noche desaparecido. Hace ya dos días que los trabajadores del geriátrico Ribera del Júcar lo echaron en falta a la hora de comer y desde entonces un amplio dispositivo de más de 40 personas lo busca sin éxito.

Vecinos de Alcalá del Júcar, una treintena de efectivos de Protección Civil llegados de varios pueblos, guardias civiles asistidos por perros entrenados y buzos rastreando el río Júcar y bomberos del Sepei, trataron ayer en vano de buscar a este hombre de 78 años. La búsqueda continuará hoy, reforzada por un helicóptero de la Guardia Civil.

No se descarta nada, a la hora de barajar hipótesis acerca de qué le puede haber ocurrido a este anciano, un hombre solitario, que tenía buena salud y a quien le gustaba salir a pasear a diario al campo.

En la búsqueda, se rastrearon ayer 12 kilómetros del Júcar y sus riberas, aunque los profesionales concentran su atención en los cuatro kilómetros más cercanos a la localidad, «por el calor que hacía y teniendo en cuenta su edad, no creemos que pudiese haber llegado más lejos», explicó Juan Miguel Munera, responsable de Protección Civil de Alcalá del Júcar.

Francisco es de Almansa, allí se ha ganado la vida trabajando en el campo y en el calzado. Hace unos meses, allá por febrero llegó a la residencia de Alcalá del Júcar derivado por los servicios sociales. «No tenía ninguna demencia, pero como está soltero y no tiene hijos, vino aquí para no estar solo», contaba ayer Isabel García, coordinadora de este geriátrico que el jueves al no ver sentado a la hora de la comida a Francisco en su habitual sitio se alertó. «Serví el primer plato y esperé, pensando que estaba descansando en su habitación, pero al ver que poníamos el segundo plato y no llegaba pedí a mis compañeras que lo buscasen en su dormitorio». Pero Francisco no estaba, así que a las dos del mediodía del jueves empezaron a buscarlo.

«Era un hombre solitario, su aliciente era caminar a diario, la naturaleza», describe Isabel. A diario, da igual que fuera lunes que domingo, Francisco salía a caminar a primera hora y regresaba para comer. Le gustaba irse hacia las Eras, pero el día que desapareció fue visto en la carretera que va hacia Tolosa. Allí se han concentrado la búsquedas, a ambos lados del río Júcar.

Los vecinos de este pintoresco pueblo del Júcar conocían a este anciano por sus paseos, «alguna que otra vez nos han llamado para avisarnos de que andaba por ahí, en el campo, debajo de un pino, pero eso es lo que a él le gustaba, tumbarse al sol en cualquier paraje». «Le pueden haber pasado mil cosas, a lo mejor se ha subido a algún sitio para coger un higo y se ha caído por un terraplén» se atrevía a sospechar ayer Francisco Ruano, sobrino del desaparecido, que ayer se unió al dispositivo de búsqueda.

«Mi tío estaba bien, con su medicación, pero estaba bien, andaba todos los días cinco o seis kilómetros; la semana pasada lo visité en la residencia y lo encontré en buen estado». La tarde antes de su desaparición Francisco participó en las terapias que se ofrecen en el centro, estuvo haciendo manualidades y la cuidadora no detectó nada extraño.

En la residencia geriátrico Ribera del Júcar están «descolocados», «no sabemos si se ha ido, si le ha pasado algo, si está por las huertas o si se ha caído al río». En este centro viven 64 personas mayores, la mayoría superan los 80 años de edad, «mira que hemos tenido residentes con problemas psiquiátricos, enfermos de alzheimer que se han intentado escapar y nunca ha pasado nada», confiesa la coordinadora.