Uno de los tratamientos que mejora notablemente la calidad de vida de los niños con parálisis cerebral, que debido a esta discapacidad motora, sufren en un 70 u 80% de los casos de espasticidad, es la infiltración de los músculos con toxina botulínica. Una terapia que se viene ofreciendo en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA) con bastante éxito, pero que antes se realizaba de manera ambulatoria en las consultas y desde 2012 se lleva a cabo en quirófano gracias a un equipo multidisciplinar en el que han unido sus fuerzas los profesionales de la Unidad del Dloro, el servicio de Anestesia y el de Rehabilitación.Así, una vez al mes, a una media de cuatro o cinco sesiones quirúrgicas, niños de dos a 14 años pasan por quirófano para recibir una dosis de bótox o toxina botulínica con la que mejoran su pronóstico funcional y evitan complicaciones en el futuro.