'El Juli', Perera y Daniel Ruiz dan grandeza a la fiesta

PEDRO J. GARCÍA
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El diestro extremeño, que cortó tres orejas, indulto al toro Pescadero, negro, de 530 kilos, lidiado en sexto lugar en la corrida mixta celebrada ayer en el capital

‘El Juli’, Perera y Daniel Ruiz dan grandeza a la fiesta

La Fiesta Nacional es conjunción de toros y toreros y ayer, en la plaza de toros de Albacete, se dio esa circunstancia, con la ganadería de Daniel Ruiz, que volvía a lidiar en su tierra, en su Feria, y con los diestros El Juli y Miguel Ángel Perera, dos de los pilares de la Feria, dos de los que repiten tarde, por lo que quienes ayer se perdieron el festejo tienen una oportunidad para verles nuevamente en el coso albacetense. La conjunción de toros y toreros tuvo el resultado triunfal de los dos toreros en hombros, acompañados por el mayoral de la ganadería de Daniel Ruiz, ya que el festejo tuvo el colofón del indulto del sexto de la tarde, de nombre Pescadero, negro, de 530 kilos, con lo que quitó el honor a Gastasuelas, de Marqués de Domecq, indultado en 2006 por Antonio Ferrera, de ser el último toro que salvaba la vida en el coso albacetense. Serán cosas del destino, pero los dos últimos toros indultados en el coso albaceteño han sido a manos de diestros extremeños.

Era tarde de expectación, porque en la corrida mixta, junto a El Juli y Perera, también se anunció una figura del rejoneo, como es Hermoso de Mendoza, eclipsado ayer por los toros de lidia ordinaria y por los toreros. Y las tardes de expectación suelen acaban en decepción, pero no fue el caso, porque los astados de Daniel Ruiz y los dos diestros dieron motivos para que el respetable disfrutase.

Como en las grandes novelas, lo bueno llegó al final, con el sexto de la tarde, donde Perera nada tuvo que ver con el torero que se vio ante el tercer astado. Cambió radicalmente el guión, para bien del diestro y también de la afición y público, porque la dimensión del diestro fue radicalmente opuesta y sí supo, en esta ocasión, lograr la conjunción con un astado que derrochó nobleza, clase y entrega en la muleta del extremeño. Apuntó Perera en el quite en el que enlazó una revolera con ajustadas chicuelinas. Parecía que volvería a quedar así la cosa, porque el inicio de la faena iba por los mismos derroteros, con muletazos con la diestra a media altura, sin ajustarse, y hacia afuera. Pero afortunadamente disparó cuando toreó al natural, con mayor pulcritud, temple y hondura a un astado que tomaba la muleta con bravura. Ahí se vino arriba el torero, que sacó su mayestático toreo, en un palmo de terreno , donde se sucedían los ligados y hondos naturales, rematados con enormes pases de pecho. Después clavó las zapatillas y, sin enmendarse, conjugó en un palmo de terreno los derechazos, con algún pase cambiado, naturales y muletazos de todo tipo, con mucha verdad y gran calado en el tendido. Cuando cogió la espada comenzó la petición del indulto por parte del respetable y, mientras tanto, el diestro siguió toreando a un astado que no se cansaba de tomar la muleta del extremeño, hasta que asomó en el palco el pañuelo naranja que salvó la vida a un toro que fue mal picado y que dejó, en este apartado, más de una duda al aficionado. El premio para el toro fue el indulto y para el torero dos orejas simbólicas, que de malas formas despreció y lanzó al callejón. Deben saber Perera y los suyos, como profesionales, el manejo de los pañuelos y la cantidad de trofeos que reciben.

En su primer toro, también de gran condición en la muleta, estuvo aliviado en los primeros compases y logró que su faena subiese algo de tono con el toreo al natural y con las más populistas manoletinas, que fueron lo más ajustado de una faena que remató con una estocada caída, que le valió para cobrar una oreja.

 

distintos toros. Julián López El Juli mostró la maestría y experiencia que atesora con dos toros de distinta condición. El primero fue un toro más complicado, al que el madrileño recetó una faena de mando, técnica y poderío que quizás no se hubiera visto si este toro hubiese caído en otras manos. El Juli nunca cejó en su empeño y consiguió que su faena tuviera consistencia para que, tras una estocada, cobrase una oreja. El segundo de su lote fue distinto, más bravo en la muleta y El Juli comenzó más aliviado toreando con la diestra, pero cambió el panorama cuando tomó la muleta con la izquierda, porque se sucedieron templados y hondos naturales en una faena que fue breve, pero muy intensa, rematada con una estocada que le valió para cortar la oreja que le abría la puerta grande.

el invitado. Con la emoción que generó la tarde de lidia ordinaria, el rejoneador Hermoso de Mendoza quedó como el invitado a esta fiesta, aunque es preciso reseñar su notable actuación ante el segundo de sus enemigos. Los dos toros de rejones tuvieron poco celo y Hermoso de Mendoza lo pagó ante el primero, en una faena que tuvo algún buen pasaje, pero nada más. El jinete navarro estuvo mejor con el cuarto de la tarde, de similar condición al anterior, aunque ahí Hermoso de Mendoza tiró de su maestría y, con mayor entrega, también logró mayor lucimiento, sobre todo con Dalí, en banderillas, y con Pirata, con el que rubricó una faena con un rejón contrario muy efectivo que le valió para pasear una oreja. Pagó el pecado de la mixta.