No hay más agujeros en el cinturón. De este modo tan gráfico se podría calificar la situación en la que se encontraba la inmensa mayoría de los griegos que ayer fueron a votar, es decir, la sociedad entera al ser el voto obligatorio. La situación que llevan viviendo desde hace unos años ha provocado un histórico vuelco que se traduce en una sonora bofetada a Bruselas tras los rescates de abril de 2010 y de octubre de 2011, que dejaron al país heleno cerca de la mismísima anarquía, como se pudo comprobar en el rosario de revueltas que se han ido produciendo.
Según señalaba ayer en Onda Cero el presidente de Euroclásica y catedrático de griego, Jose Luis Navarro, lo que iba a triunfar en esta dramática -porque no hay otro adjetivo más apropiado- cita con las urnas era el corazón más que la cabeza. «Syriza se ha convertido en un fármaco para curar las necesidades de los griegos», apuntó con rotundidad, entendiendo por tales las sentimentales y no las económicas, pues tal y como sucede con Podemos en España, no queda muy claro cuál es el programa de Alexis Tsipras, un ingeniero del sector de la construcción que se afilió a las Juventudes Comunistas a finales de los 80 y que, a comienzos de los 90, tuvo un papel muy activo en las protestas de los estudiantes contra diferentes leyes del Ministerio de Educación y Asuntos Religiosos.
Sí que se conoce de Syriza sobradamente, al igual que el bloque de Pablo Iglesias, sus críticas y sus exabruptos para la casta, que en Grecia sí que existe, dado que dos familias, la Papandreu y la Karamanlis, han ostentado el poder durante muchos años, concretamente más de cinco décadas. Yorgos Papandreu, sin ir más lejos, fue primer ministro heleno entre 2009 y 2011, abandonando el histórico Pasok este año para fundar el Movimiento Socialista Democrático.
Ahora falta por ver si el populismo pregonado por el que fuera en 2006 candidato a la Alcaldía de Atenas hace que sus compatriotas puedan aflojarse el cinturón sin caer en la tragedia griega. Si la UE reacciona violentamente, Podemos perderá votos, pero ¿si cede?